martes, 23 de julio de 2013

Opciones decoloniales y liberalismo

La Plurinacionalidad del Estado y las aporías del liberalismo Pablo Dávalos La revista ecuatoriana Opción Socialista, en su edición de los meses de mayo, junio y julio de 2013, ha publicado un Dossier sobre la plurinacionalidad del Estado en el Ecuador. En este dossier constan, entre otros, dos textos que, por la importancia y las consecuencias que tienen quizá sea conveniente analizarlos y referirlos a un debate más amplio: “Plurinacionalidad vs Interculturalidad” de Enrique Ayala Mora, y “Un Estado Plurinacional sin proyecto pero con opciones” de Jorge León Trujillo. Ahora bien, la primera sensación con respecto a estos textos es una especie de déjà vu. En efecto, este debate, al menos en los términos que han sido planteados por los autores citados, recorrió toda la década de los años noventa y tuvo su epítome en los años 2007 y 2008 cuando se estaba discutiendo en Ecuador sobre el carácter del Estado en la Asamblea Constituyente de Montecristi. En esa oportunidad, el movimiento indígena ecuatoriano y algunos teóricos, entre ellos Boaventura de Souza Santos y Catherine Walsh, aclararon lo que significaba la plurinacionalidad y la interculturalidad. Demostraron que esos conceptos nunca eran opuestos sino complementarios y que, de alguna manera, formaban parte de la propuesta teórica y política de las teorías de la decolonialidad y de la filosofía de la liberación en Abya Yala (América Latina). El entonces relator de Naciones Unidas para los pueblos indígenas, James Anaya, explicó a la Asamblea Constituyente ecuatoriana sobre los derechos de los pueblos indígenas y el Estado Plurinacional indicando que en el año 2007 la Asamblea General de Naciones Unidas, con el voto favorable de Ecuador, había reconocido y aprobado derechos para los pueblos indígenas que estaban en la línea de la plurinacionalidad del Estado. En esa coyuntura, el debate fue intenso y, en ocasiones, acre y a punto de la ruptura sobre todo con las corrientes liberales que veían en la plurinacionalidad un peligro de fraccionamiento del Estado-nación. Finalmente, el movimiento indígena pudo posicionar sus tesis y la Asamblea Constituyente declaró al Ecuador como Estado Plurinacional e Intercultural. Por ello, llama la atención que en el año 2013, cuando la coyuntura política ecuatoriana se tensa y se comprueba que el gobierno de Alianza País ha creado un sistema político que le permite consolidar, por vez primera al menos desde el retorno a la democracia en 1979, una hegemonía absoluta con una deriva autoritaria y protofascista, nuevamente surja este debate y desde las filas de una revista que tiene la pretensión de inscribirse al interior del pensamiento de la izquierda y del socialismo. La cuestión que inmediatamente se suscita es ¿cuál es la pretensión política al confrontar la plurinacionalidad con la interculturalidad en un contexto político tan conflictivo y en plena intensificación de las dinámicas extractivas? La segunda sensación que deja la lectura de estos textos es la insuficiencia teórica y reflexiva, en ambos autores, de remitir el debate de la plurinacionalidad a su territorio epistemológico natural, aquel de la teoría decolonial, la filosofía de la liberación y las ontologías políticas de la diferencia radical y que están relacionadas con el pensamiento propio indígena y su proyecto político. El concepto de la plurinacionalidad del Estado es demasiado complejo como para ser parte de un tratamiento tan superficial y pragmático, un tratamiento que, además, corre el riesgo de banalizarlo. El problema real de la plurinacionalidad del Estado no está en las formas institucionales que puede adquirir la plurinacionalidad en el caso del Ecuador y de Bolivia y sus posibles arreglos y acuerdos jurídicos y procedimentales con toda la importancia que pudieran tener. Cuando se menciona y se debate la plurinacionalidad del Estado aquello que está en juego es la pertinencia y régimen de verdad que sustenta una de las categorías centrales del liberalismo: el Estado-Nación, y esta categoría remite a la narración más fuerte que la burguesía ha creado para legitimarse históricamente, aquella de la modernidad. El debate sobre el Estado Plurinacional es, por definición, un debate sobre los límites y alcances de la modernidad y sus posibilidades de regulación y emancipación. Por ello, llama la atención el hecho que ambos autores omitan este debate, lo pasen por alto y no le otorguen ninguna importancia para su argumentación. Si soslayan el debate sobre la modernidad, entonces ¿cómo comprender el núcleo duro que sustenta las propuestas del Estado Plurinacional? ¿Cómo comprender el alcance de la interculturalidad y su relación con la Plurinacionalidad? ¿sobre qué piso teórico se pueden confrontarlas o armonizarlas? En el caso de Enrique Ayala Mora, rector, además, de la sede ecuatoriana de la Universidad Andina Simón Bolívar, y miembro importante del Partido Socialista Ecuatoriano, contrapone en su artículo las contradicciones de clase a la identidad étnica pensando que el Estado Plurinacional es una reivindicación etnicista que poco o nada tiene que ver con las contradicciones de clase y, de esta forma, clausura una rica herencia de la izquierda ecuatoriana y latinoamericana de trabajo comunitario e indígena tanto teórico como político, que en el caso ecuatoriano tiene en Ricardo Paredes y en Agustín Cueva sus puntos importantes, y en el caso latinoamericano están, por supuesto, José Carlos Mariátegui y Aníbal Quijano. De hecho, el movimiento indígena ecuatoriano y latinoamericano, nunca ha soslayado las contradicciones de clase en su lucha por las reivindicaciones identitarias. Desde una pretendida posición de un socialismo más bien decimonónico, Ayala Mora, plantea una discusión con el estatuto de plurinacionalidad del Estado desde una visión, paradójicamente para él, no socialista, sino liberal. En efecto, es el liberalismo el que niega las condiciones de posibilidad a toda diversidad humana para constituirse como “nacionalidad” porque este estatuto altera una de las figuras más caras del liberalismo, aquella del Estado-nación. Es desde el liberalismo que los indígenas han sido acusados de “etno-centristas”. Es también una visión liberal la que acusa de corporativismo al movimiento indígena porque plantea que los indígenas apelan a un estatuto de diferencias desde una reivindicación histórica y ancestral que intenta fracturar radicalmente la unidad jurídica de la ciudadanía y del contrato social. Asimismo, Ayala Mora sitúa su crítica a la plurinacionalidad del Estado desde la trama epistemológica del multiculturalismo; sin embargo, el multiculturalismo siempre fue denunciado por ser parte de una estrategia neoliberal de incluir las diferencias al interior de la globalización y el mercado. No solo eso, sino que en el texto de Ayala Mora, hay frases muy reveladoras de su ideología, como ésta: “Pero, justo es reconocerlo, el etnocentrismo no es mayoritario. Los indígenas ecuatorianos aman al país; se sienten parte de él.” (loc. cit. pp. 28). La visión liberal de Ayala Mora llega, además, a contraponer la interculturalidad a la plurinacionalidad, pero la interculturalidad a la que hace referencia no es el discurso fuerte que contrapone a la formación discursiva del poder un saber contrahegemónico obligándolo a lo que Boaventura de Souza Santos llama un “diálogo de saberes” o fracturando aquello que Edgardo Lander y Santiago Castro-Gómez denominan la “geopolítica del conocimiento”, sino una especie de visión liberal de la interculturalidad en su versión multicultural que, en realidad, encubre una maniobra política, aquella de poner al movimiento indígena en contra de sí mismo. El caso de Jorge León Trujillo también es sintomático en ese sentido porque confunde los derechos colectivos con el Estado Plurinacional y, lo que es más grave, no se da cuenta que con la declaración de Estado de derechos y justicia para el Estado ecuatoriano, conforme al Art. 1 de la Constitución Política de 2008, los derechos colectivos no existen como derechos diferenciados. La visión de Jorge León Trujillo recuerda mucho aquella propuesta de la plurinacionalidad que tenía el Banco Mundial y la cooperación internacional al desarrollo, es decir, una visión instrumentalista, pragmática y estratégica, que veía en la plurinacionalidad solamente una dimensión acotada de autonomía de los gobiernos locales en el manejo territorial al interior de la división política del Estado, sin cambiar para nada las relaciones de poder que definen y estructuran al Estado y sus discursos. La apelación a las circunscripciones territoriales, a las que hace referencia León Trujillo, no topan el núcleo central y es aquel de la soberanía sobre los territorios y sus recursos que reclaman los pueblos indígenas no para explotarlos sino para integrarlos en su cosmovisión a la que han dado el nombre de Sumak kawsay para el caso ecuatoriano, y Suma Qamaña para el caso boliviano. Ahora bien, más allá de señalar los límites teóricos de estos textos y su probable conversión en posteriores dispositivos políticos que servirán como argumentos para desarmar la capacidad política de movilización del movimiento indígena, sobre todo en su defensa de los territorios en contra de la violencia extractiva, quizá sea conveniente retomar el debate sobre lo que significa la plurinacionalidad del Estado, al momento una de las categorías políticas más complejas creada desde la praxis política del movimiento indígena ecuatoriano y también boliviano y que ahora ha sido recogida por la mayor parte de movimientos indígenas del Abya Yala (América Latina). Por ello, y aprovechando la oportunidad que brindan los dos textos antes señalados, quizá sea conveniente devolver nuevamente el debate de la plurinacionalidad del Estado y la interculturalidad a su topos natural, aquel de las teorías de la decolonialidad, la filosofía de la liberación así como las ontologías políticas de las diferencias radicales para, desde ahí, evaluar el recorrido de la plurinacionalidad y la interculturalidad en los casos de Ecuador y Bolivia. La primera reflexión en ese sentido es que la categoría de Plurinacionalidad del Estado forma parte de la ontología política del movimiento indígena. En efecto, de la misma manera que la burguesía se constituyó ontológicamente recuperando la noción de “Hombre” desde el renacimiento europeo y ontologizó esa noción para situarla como condición de posibilidad para el contrato social como fundamento moderno del poder, el movimiento indígena acude a la noción de Estado Plurinacional para lograr visibilidad ontológica como diferencia radical y, al mismo tiempo, denunciar el estatuto violento del Estado-nación moderno y burgués. El Estado Plurinacional es la imputación a la figura del Estado-Nación y sus nociones de contractualidad y libertad individual, como dinámicas de violencia, dominación y colonialidad. Esa colonialidad se expresa en el caso de los pueblos y naciones indígenas en su virtual invisibilización y desaparición ontológica. Es tan evidente esa invisibilización ontológica que los indígenas ecuatorianos accedieron al estatuto de ciudadanía política recién en el año 1998. La invisibilización ontológica a los pueblos y naciones indígenas, forma parte de aquello que Aníbal Quijano denomina la colonialidad del poder, así como de su naturalización en aquello que Walter Mignolo denomina la diferencia colonial. Uno de los mecanismos de la colonialidad del poder y de la diferencia colonial fue el racismo y la generación de discursos, dispositivos e instituciones que mantenían y profundizaban la dominación política desde la idea de “raza”. La ideología del racismo siempre sustentó el régimen de dominación política en Abya Yala (América Latina) desde la conquista europea hasta la actualidad. Esa idea de “raza” articulaba de forma coherente y estratégica la dominación política a los indígenas y los separaba radicalmente de cualquier posibilidad de crítica y emancipación desde su propia ontología política. Para criticar al racismo de la colonialidad del poder, los indígenas tenían que utilizar la misma ideología que los invisibilizaba ontológicamente. La idea de raza como dispositivo del poder colonial también colonizó la forma de comprender al mundo y la forma de ser-en-el-mundo, así como la capacidad de interpretarlo y transformarlo. La idea de “raza” es el envés de la ontología política de la burguesía: para afirmar su ser-en-el-mundo, ésta tiene que negar radicalmente aquello que no consta dentro de sus marcos ontológicos de existencia. Esa negación ontológica que es el correlato teórico y filosófico de la colonialidad del poder y de la diferencia colonial tiene también un correlato político, ideológico, cultural, jurídico y epistemológico. La ontología política de la burguesía, en consecuencia, siempre es violenta, discriminadora, excluyente. La colonialidad del poder hizo de los indígenas del Abya Yala (América Latina) el Otro radical a la modernidad. Los excluyó de toda forma de racionalidad humana entendida ésta en los términos modernos. Los alejó de forma definitiva de todo horizonte de lo humano en cuanto humano. Los deshumanizó de forma radical y absoluta. Solo desde esa deshumanización era posible colonizarlos, someterlos, dominarlos. Esa deshumanización implicaba que los indígenas en cuanto indígenas habían sido desalojados y despojados de toda consideración ontológica. Para existir tenían que situarse dentro del horizonte de visibilidad de la modernidad, fuera de ese horizonte, no existían. Enrique Dussel, afirma que la modernidad no nace con el cogito cartesiano sino con el ego conquiro europeo. En 1492 se produjo, en realidad, el en-cubrimiento del Otro. A partir de ese entonces, el Otro dejó de existir como Alteridad. Para existir, el Otro tenía que perder su estatuto de diferencia radical y permitir ser incorporado a los sistemas y mecanismos de dominación. Tenía que ser incluido a la modernidad y al capitalismo por la vía de la modernización, la civilización, la educación, la economía-mundo, etc., es decir, situarse en ese horizonte ontológico de visualización de la modernidad o, caso contrario, desaparecer. Sin embargo, la modernidad es autorreferencial y autopoiética. Agota en sí misma incluso su propia crítica. La modernidad no acepta a Otro radical porque ello implicaría relativizar sus propios contenidos universalistas. Significaría reconocer los límites de su propio horizonte de visibilidad; empero, la modernidad asume esos límites como inexistentes porque comprende y pronuncia al mundo desde la universalidad. Esa condición de universalidad es clave para su pretensión civilizatoria. La universalidad de la razón moderna es totalizante y totalitaria. La modernidad está enferma de totalidad. Fuera de esa frontera de la totalidad nada ni nadie puede ni debe existir (Lo racional es real escribía Hegel). La totalidad establece una frontera para Lo Real en cuanto Real desde las propias prescripciones modernas. Nada puede existir fuera de esa frontera de Lo Real. No obstante, el Otro en cuanto Otro es la evidencia de que hay algo fuera de esa frontera de racionalidad y realidad impuesta desde la modernidad. Es una exterioridad radical que amenaza a la modernidad en sí misma. Fue el pensador francés Emmanuel Levinas quien, entre otros, teorizó sobre el estatuto de la exterioridad y la alteridad radical. El Otro es Alteridad radical porque se sitúa al exterior de aquello que Levinas denomina Lo Mismo. El Otro como Alteridad radical no puede ser parte de Lo Mismo. Es una exterioridad irreductible a Lo Mismo. Entre la Alteridad radical y Lo Mismo no puede mediar una dialéctica que integre al Otro dentro del canon de Lo Mismo. Ahora bien, en la idea de raza de la colonialidad del poder y de la diferencia colonial, el Otro en cuanto Otro es despojado de toda consistencia ontológica. Esa Alteridad radical, para la modernidad, debe desaparecer en tanto que tal. La modernidad subsiste y persiste a condición de suprimir cualquier exterioridad a ella, vale decir, a la Alteridad radical. Fue Franz Fanon quien denunció esa “desaparición ontológica” del Otro en el colonialismo. Fanon también denunciaba la estrategia colonial de convertir al Otro en un permanente menor de edad que debe ser protegido de sí mismo. Esa conversión en menor de edad justificaba la intervención colonial y su violencia. Ahí radica, decía Fanon la desgracia ontológica del Otro, es decir, su conversión, desde la mirada colonial, como un ser fundamentalmente perverso, malo, destinado a destruirse a sí mismo. Para esta visión colonial, el Otro es un ser en permanente devenir hacia el Ser-que-es-Real, es decir, el Ser moderno. Pero en ese devenir, el Otro no se encuentra a sí mismo, se pierde en los laberintos de su propia ontología y es necesario ayudarlo a salir porque, caso contrario, esa pérdida le puede conducir a la noche-del-mundo. En esa noche-del-mundo en la que vive el Otro, éste no tiene opciones. Y no las tiene porque su pasado es, precisamente, esa noche-del-mundo, esa oscuridad de la razón. El Otro, dice el colonialista, ha vivido siempre en las tinieblas. Sus referentes, su memoria histórica, son la constatación de esa noche-del-mundo. El espíritu moderno viene a “iluminarlo”, a sacarlo de la noche-del-mundo; viene a hacerle comprender que vive en la noche-del-mundo y que incluso la violencia de la civilización es, en el fondo, una violencia benéfica porque toda luz lastima a quien ha vivido mucho tiempo en la oscuridad. Es necesario alfabetizarlo en los códigos que le permitan comprender que su Ser está perdido irremisiblemente en esa noche-del-mundo y que, para salir de esa noche-del-mundo, tiene que abandonar su Ser en cuanto Ser, tiene que dejar de ser Otro y convertirse en Lo Mismo. Ese tránsito es presentado desde la visión del colonialista como una salvación, como una oportunidad. Este proceso de supuesta violencia benéfica de la modernidad y la civilización con respecto al Otro está presente en la forma que se conforma el Estado-Nación en toda Abya Yala (América Latina) y también, por supuesto, en Ecuador. Efectivamente, luego de los procesos de independencia de la metrópoli española en Abya Yala nace una aberración jurídica y un imposible político: un Estado de forma moderna y liberal, en sociedades en las que no existen ciudadanos, burguesía, ni ninguna institución moderna. Constituir Estados-nación en un contexto de sociedades coloniales y colonizadas, en donde la inmensa mayoría de la población nada tiene que ver con la modernidad, ni con el naciente capitalismo, es un desafío al principio de realidad. Solo desde el ethos barroco del Abya Yala pudo procesarse esta aberración jurídico-política y otorgarle condiciones de posibilidad. Mas, ese Estado-Nación desde sus orígenes procesó la colonialidad del poder, la desaparición ontológica del Otro y la diferencia colonial del racismo. En la primera Constitución del Ecuador, aquella de 1830, se decía con respecto a los indígenas: “Artículo 68.- Este Congreso constituyente nombra a los venerables curas párrocos por tutores y padres naturales de los indígenas, excitando su ministerio de caridad en favor de esta clase inocente, abyecta y miserable.” Los indígenas del Abya Yala, son la clase inocente, abyecta y miserable que, dos siglos después, y por las paradojas del liberalismo: “aman al país; se sienten parte de él”. Esta estrategia de colonizar el Ser en cuanto Ser de las Alteridades Radicales y desaparecerlos de todo horizonte ontológico, puede ser denominada como invisibilización ontológica. En la matriz epistemológica e incluso axiológica de la modernidad subyacen todas las condiciones de posibilidad que definen y procesan esa invisibilización ontológica del Otro. Esas condiciones de posibilidad asumen varias formas, como por ejemplo: La lógica de la desaparición: El Otro no existe. La deontología de la violencia radical moderna: El Otro no debe existir La lógica de la asimilación: El Otro, para Ser, debe ser incluido La lógica de la indiferenciación: El Yo siempre es un Otro La lógica del olvido: El Otro aún no es La lógica de la ausencia: El Otro nunca será La lógica de la distancia insalvable: El Otro nunca ha sido La lógica de la desgracia ontológica: El Otro debe ser protegido de sí mismo La invisibilización ontológica es un proceso violento y sin remisión posible. Los pueblos indígenas del Abya Yala, han sufrido y aún sufren en carne propia todas estas dinámicas de la invisibilización ontológica: han sido objeto del exterminio sistemático y el genocidio (no deben existir); han sido parte de una sistemática estrategia de negación y su memoria e historia han sido permanentemente escamoteadas (no existen, nunca han existido); han formado parte de las estrategias de inclusión y sometimiento de las políticas indigenistas de sus Estados o de la cooperación internacional (deben ser incluidos); han sido la materia prima de las políticas de modernización, desarrollo, inclusión, etc. (aún no son pero algún momento llegarán a Ser); han sido considerados como permanentes menores de edad (deben ser protegidos de sí mismos), etc. Como en el Ministerio de la Verdad de la distopía de Orwell y que se encargaba de reescribir la historia para concordarla con el poder, la memoria histórica de los pueblos del Abya Yala ha sido sistemáticamente saqueada, destruida, olvidada, negada, preterida. En el Ecuador, el gobierno progresista de Alianza País eliminó la educación intercultural bilingüe y emitió un decreto ejecutivo para entregar los territorios amazónicos de los pueblos y naciones indígenas que los habitan a la labor misionera y evangélica de la iglesia católica. Una de las figuras centrales de esta invisibilización ontológica ha sido aquella del Estado-nación moderno y liberal. Es desde el Estado-nación moderno que se procesan esas lógicas de la desaparición e invisibilización ontológica a las diferencias radicales. Al contrario de la teoría liberal que ve en el Estado la racionalidad individual de la contractualidad y el espacio de la libertado individual y la maximización del beneficio personal, la teoría y crítica de la plurinacionalidad del Estado propuesta desde los movimientos indígenas, obliga a visualizarlo como una forma de dominación política que procesa no solo las diferencias de clase, sino que garantiza la colonialidad del poder, la diferencia colonial, las geopolíticas del conocimiento y las lógicas de la invisibilización ontológicas de las diferencias radicales. Son justamente estos procesos los que no son advertidos en los textos de Ayala Mora y León Trujillo. La teoría decolonial, la filosofía de la liberación y los propios movimientos indígenas han puesto en relieve los discursos de poder que colonizan al Otro y lo despojan de su ontología. Por ello, una de las primeras formas de resistencia es, como lo diría John Holloway, el grito, porque ese grito representa el “existo”, el “soy”, el Ser que es negado por la colonialidad del poder y la diferencia colonial, y que reclama, desde el grito, la existencia y el reconocimiento de esa existencia. Quizá el concepto de Estado-Plurinacional pueda ser asumido como parte de ese grito, de esa disonancia que viene, precisamente, de la noche-del-mundo. De esa noche que es la memoria ancestral que resiste al olvido intencional. El Estado Plurinacional es la grieta en la hegemonía liberal del Estado-nación. Oponer la plurinacionalidad del Estado con la interculturalidad de la sociedad equivale a operar al interior de la lógica colonial y violenta de la matriz moderna, y negar la capacidad del movimiento indígena de crear su propia ontología política. Equivale a clausurar uno de los procesos históricos más ricos, extraordinarios y emancipatorios del continente y también del mundo, porque la interculturalidad es el espacio ontológico desde el cual el Otro puede construirse ontológicamente. Asimismo, inscribir la plurinacionalidad del Estado al interior de la trama liberal de la política y de su visión instrumental y estratégica de los territorios equivale a eliminar todo potencial emancipatorio del movimiento indígena como sujeto histórico y social. Los problemas que subsisten en Ecuador y Bolivia, los primeros países del mundo en reconocerse como Estados plurinacionales, no dan cuenta de las carencias que tendría la plurinacionalidad como horizonte emancipatorio sino del formato en el que están inscritos: aquel del liberalismo y su propuesta de contractualidad individual y estratégica. El Estado plurinacional como propuesta del movimiento indígena, no quiere ni nunca ha sido su pretensión, el crear un estatuto de autonomía o libre determinación para los pueblos indígenas en un contexto de colonialidad y violencia social. Mientras exista ese contexto de violencia y que es inherente tanto a la modernidad cuanto al capitalismo, la plurinacionalidad es un horizonte de visibilidad para la emancipación. En ese sentido, una evaluación de la plurinacionalidad del Estado, luego de su incorporación a los textos constitucionales de Ecuador y Bolivia no parte desde el lado indígena de la ecuación ni tampoco de su lado liberal, sino de su integralidad y su dialéctica. Tanto en Ecuador como en Bolivia, la declaratoria de plurinacionalidad del Estado no ha frenado las derivas depredadoras de la acumulación del capital y sus dinámicas extractivistas; más bien ha sido utilizado en contra de la capacidad de movilización y resistencia de los pueblos indígenas y de la organizaciones sociales. Parece una paradoja que la declaratoria de plurinacionalidad del Estado permita una mayor criminalización a los pueblos indígenas por defender precisamente aquello que define la plurinacionalidad: los territorios, sus recursos y sus modos de vida. Empero, el problema real no está en la plurinacionalidad sino en el formato que la cobija: el Estado liberal y el sustrato de realidad que lo determina: los procesos de acumulación del capital. Quizá sea conveniente establecer un paralelismo histórico con la conformación de la burguesía. Cuando la burguesía propuso la ciudadanía política para refundar al Estado monárquico y feudal, se dio cuenta que esa propuesta de libertad individual y de igualdad jurídica era imposible de conjugarse con los Estados monárquicos y autoritarios. El Estado feudal era un límite histórico para el Estado liberal que la burguesía proponía. El concepto de libertad individual chocaba con la estructura feudal del poder. La burguesía necesitaba tanto de una economía política de la mercancía cuanto de una economía política de la libertad individual. Quizá a su pesar, pero la burguesía tuvo que adquirir una contextura revolucionaria para abrir el espacio social a sus propias prerrogativas y reinventarse el mundo. Ahora, en cambio, estamos llegando al límite del Estado liberal. Las categorías de plurinacionalidad del Estado y de interculturalidad evidencia esos límites. El problema de fondo y aquello que debe ser criticado es, precisamente, el formato liberal del Estado, de la política y de la sociedad en el contexto de una acumulación del capital signada por la preeminencia del capital financiero. Quizá la conclusión más importante que puede realizarse luego de la declaratoria de plurinacionalidad del Estado en Ecuador y en Bolivia es que ese concepto, al parecer, resulta incompatible con el formato liberal de la política y la acumulación capitalista. Si en algún momento se pensó que los derechos colectivos de alguna manera constituían una garantía y una posibilidad de defensa de los territorios y de la vida de los pueblos y naciones del Abya Yala amenazados por el capitalismo y la modernidad, los nuevos procesos políticos de Ecuador y Bolivia no solo dan cuenta de que la acumulación del capital es despiadada con todo aquello que se le opone y hace de la teoría de los derechos un simulacro del poder, sino que esa teoría que fundamenta al poder moderno desde el interés general, los derechos humanos, la libertad individual, forma también parte de ese simulacro. En consecuencia, es necesario pensar en otro formato para la política, para el Estado y, por supuesto, para la economía; un formato que rebase radicalmente al liberalismo. Los impasses de la plurinacionalidad del Estado radican, en consecuencia, en el formato liberal-capitalista de la historia. Quizá sea momento de empezar a salir de forma radical del esquema liberal de la política y sus conceptos de democracia representativa, de reglas de la mayoría, de ciudadanías, de agentes representativos, etc., por conceptos que enriquezcan a la democracia y a la política desde otras perspectivas. Quizá sea momento de detener la deriva depredadora de la acumulación del capital y los simulacros del liberalismo y hacer una apuesta por la vida, tal como fue, en sus orígenes, la propuesta emancipatoria de la liberación del trabajo y de la explotación. Walter Benjamin decía que la utopía debe servirnos para iluminar aquello que debemos destruir. La plurinacionalidad del Estado es esa utopía que permite comprender la violencia intrínseca del Estado-Nación, de la acumulación capitalista y de sus discursos legitimantes, en la ocurrencia, el liberalismo político, jurídico y económico.

miércoles, 26 de junio de 2013

Protestas de Brasil, comparación con Argentina N. Giarracca

El mundo|Miércoles, 26 de junio de 2013 Opinión La política de calles se hizo presente Por Norma Giarracca * Brasil nos ha dejado sin palabras. El “gran país” que supo regular su crecimiento, mantener las variables macroeconómicas bajo control; el país donde la población piensa sus demandas en términos de “partidos”, que acompañó con alegría la llegada del PT al gobierno, estrena con una fuerte irrupción la política de calles. Miles de brasileños en 80 ciudades expresando rebeldía, disconformidad, gritando la injusticia inherente al desarrollo capitalista... ¿qué pasó? Este diario publicó excelentes análisis de quienes viven allá y de quienes siguen nuestros países con miradas que nos hacen falta, como la de Boaventura de Sousa Santos. De las condiciones de contorno y del polisémico sentido de las protestas hay muy poco que agregar. Querríamos aportar dos reflexiones que hacen a una posible comparación entre Brasil y la Argentina. En primer lugar, hablemos de las diferencias entre las dos tradiciones culturales de la política rebelde. La Argentina siempre fue un país de protestas “plebeyas”; por la influencia anarquista antes del peronismo y por los rasgos propios del fenómeno político que irrumpió en 1945, a partir de allí. Brasil casi siempre se movilizó a través de una institución, el Partido Comunista de los años ’20 y ’30 con Luis Carlos Prestes a la cabeza, por ejemplo, y la importancia de la formación desde debajo de un nuevo partido con apoyo de las iglesias, de los grandes sindicatos, que concentró la esperanza del Brasil rebelde durante las últimas décadas. El presidente Lula supo concentrar expectativas de transformación en uno de los países más desiguales del mundo y, aunque quedaba cada vez más claro que el gobierno “popular” no iba más allá de políticas sociales de inclusión, se le seguía creyendo, respetando, aceptando, por ejemplo, su elección por las semillas transgénicas (a pesar de la promesa electoral) y los sectores “progres” (con dignas excepciones) comentaban con orgullo nacional cómo el país se convertía en el gran banquero latinoamericano, en el “Brasil potencia”. Los colegas que habían seguido los derroteros del los Sem Terra consideraban un hecho natural la subordinación de este gran movimiento al partido de gobierno. Las críticas a la paralización del reparto agrario fueron cada vez en tonos más bajos. No obstante, aprendimos de otros colegas la importancia del concepto “sufrimiento social” para entender el vasto país: las grandes hidroeléctricas, los desplazados... Por eso estamos anonadados, una rebeldía claramente antiinstitucional, sin partidos, sin grandes centrales obreras. Lo que está en las calles no son los movimientos, son jóvenes sin partidos, sin centrales, sin organizaciones; tal vez intuyen los límites de las instituciones en estos capitalismos en que nos ha tocado vivir, tal vez se hartaron de pedir por los canales institucionales. Lo que está ocurriendo no es fácil, el gran Brasil mostró su rasgo rebelde, plebeyo, y hay que estar atentos a lo que pasa porque estamos frente a un fenómeno nuevo. La segunda reflexión que deseamos hacer es sobre algunos intentos oportunistas de dirigentes políticos o caceroleros argentinos que quieren compararse o, más grave aún, sumarse al fenómeno. Es lamentable la falta de sensibilidad para comprender los procesos, las rebeldías, las broncas legítimas de las poblaciones de América latina. Los caceroleros modelo nacional marcharon con partidos de centro y centroderecha, no tuvieron una sola palabra hacia los sectores más sufrientes de este modelo y fueron apañados y estimulados por los medios de comunicación concentrados. Los sentidos de las protestas pueden ser difíciles de comprender, pero aquí estuvo bastante claro y no hay comparación posible con las que se desarrollan en Brasil. Los caceroleros quieren más institucionalidad, allá cuestionan la institucionalidad. Aquí se oyeron voces personalizadas de partidos u organizaciones, allá la queja del gobierno es que no tiene con quien negociar. Aunque Patricia Bullrich o Lilita Carrió quieran ver en los caceroleros argentinos espacios de “expansión democrática”, existen muchas dudas de que puedan salir de esas imágenes de señoras insolidarias y llenas de bronca personal hacia la figura presidencial. En Brasil, la figura de Dilma no es importante, no es contra ella; lo central es una población que vio generar riqueza y distribuirla de un modo tacaño, egoísta, considerando clase media a quien dejó de caminar sin calzado. La imagen del 99 por ciento contra el uno por ciento de los que se quedan con las riquezas, que en Brasil como en el resto de América latina provienen básicamente de bienes comunes, funciona como una idea muy potente y articuladora en estos mundos rebeldes. Es decir, por un lado el neoliberalismo da la imagen de haberse instalado muy cómodamente con la aceptación de las instituciones (de gobiernos conservadores o “progresistas”) y, por otro, un fantasma recorre el mundo dando miles de vueltas por todos lados para inquietarlo y limitarlo. * Socióloga, investigadora del Instituto Gino Germani UBA). © 2000-2013 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Reinvención de la política CW Porto Gonsalves et al

Sejamos realistas, exijamos ... que se vayan todos ... Pela reinvenção da política Carlos Walter Porto-Gonçalves Fernando Luis Monteiro Soares Nas duas últimas semanas o locus do fazer político no Brasil se deslocou para as ruas ultrapassando a institucionalidade. A cena do Senador José Sarney saindo pela porta dos fundos do Senado quando os ativistas ocuparam o telhado da instituição é emblemática. Ele que foi o primeiro presidente pós-ditadura militar eleito pela via indireta e que ali chegara pela pressão das ruas do movimento das Diretas Já é, agora, flagrado se retirando do Senado da República por ativistas que assim sinalizavam a crise de legitimidade do sistema político vigente no país. Afinal, ele era posto prá fora diretamente. Manifestante exibe cartaz exigindo Dilma dos tempos da resistência. Foto de João Godinho/AE. Fonte: O Estado de São Paulo 22/06/2013. Essa institucionalidade posta em crise nas ruas atinge não somente o Parlamento e os Executivos, sobretudo os estaduais e municipais muito mais que o governo federal, mas também os meios corporativos de comunicação de massa, sobretudo as grandes redes de televisão que viram seus carros de reportagens queimados em praça pública, casos da Rede Record e do SBT, ou que estão tendo que trabalhar nas ruas sem seus logotipos nos carros e microfones, com o é o caso da Rede Globo. Registre-se que essa mídia corporativa saudou a repressão contra o que chamou de “baderneiros” quando das primeiras manifestações contra o aumento das tarifas de ônibus. Só depois que a violenta repressão policial atingiu não só manifestantes, mas também repórteres que cobriam os acontecimentos é que esses meios corporativos de comunicação começaram a cobrir as mobilizações de modo mais direto, mesmo assim demonstrando perplexidade com o que reportavam. Não devemos menosprezar o pano de fundo de um ano que antecede as eleições presidenciais de 2014 em que os setores conservadores se vêm sem chances, embora comecem a vislumbrar algumas possibilidades em um cenário econômico que não é mais o céu de brigadeiro que viveu Lula da Silva, sobretudo em seu segundo mandato. Todavia, o que se vê no horizonte, ainda que em meio a muita fumaça de gás lacrimogêneo, é que a agenda do sistema político instituído não é a mesma da sociedade quando se observa o conjunto de demandas que emana das ruas. A cena da Presidenta Dilma Roussef afirmando que o Brasil saíra mais forte depois do primeiro dia de grandes manifestações nacionais numa cerimônia em que lançava o Novo Código de Mineração só ratifica o quanto a agenda política está fora da agenda das ruas. Afinal, o governo que lançava o Novo Código de Mineração é o mesmo que mantém no Congresso projetos de lei que autoriza mineração em área indígena. E isso no mesmo momento que em que a Polícia Federal fazia reintegração de posse de uma fazenda que a própria justiça reconhecera como área indígena e que um juiz substituto ignorara e mandava reintegrar a terra ao pretenso proprietário. Nesse conflito a intervenção policial terminou com a morte de um índio Terena, mais uma entre os 560 indígenas assassinados nos últimos dez anos no país, segundo o CIMI. Ainda nesse mesmo momento o governo federal se vira obrigado a receber mais de 150 indígenas que ocupavam o canteiro de obras do mega-projeto hidrelétrico de Belo Monte, depois de várias tentativas frustradas de marcar uma audiência com o gabinete da Presidenta. Acrescente-se, ainda, que esse Brasil agrário e indígena se conecta com o Brasil urbano em vias de modernização com as obras para a Copa de 2014 e as Olimpíadas de 2016 onde o estado de exceção se impõe contra populações pobres que estão sendo expulsas de suas casas para construção de estádios e toda a infraestrutura demandada por uma das instituições mais corruptas do mundo, como a FIFA. A violência do Plano Urbanístico que envolve as obras do estádio do Maracanã despreza uma escola pública de qualidade e um Parque de Esportes aquático e de atletismo ambos frequentados por populações pobres e ainda um Museu do Índio que se queria um Centro Intercultural na Aldeia Maracanã para fazer, haja insensatez, um estacionamento para automóveis, o que dá conta do vandalismo institucionalizado. Eis o contexto imediato que antecedeu a convocação pelo Movimento Passe Livre para que a população se manifestasse contra o aumento das tarifas de ônibus. A conexão entre tudo isso só não foi percebida pelo sistema político-midiático que acreditou que iria cobrir a abertura da Copa das Confederações sem nenhum ruído, mesmo depois da violenta repressão da polícia do governo da Nova Direita de São Paulo, do Sr. Alckmin (PSDB), contra os manifestantes que se mobilizavam contra o aumento das tarifas. As vaias no estádio talvez sejam um dos melhores catalizadores de toda a insatisfação que já se manifestava fora do estádio Mané Garrincha em Brasília, haja vista os enormes gastos públicos feitos na construção de estádios que serão transferidos para corporações globais pós-Copa e Olimpíadas. A tarifa de ônibus, como disse o filósofo Paulo Arantes, “embora de foco único, é maximalista (...): a meta é a tarifa zero. (...) Pelo tênue fio da tarifa é todo o sistema que desaba, do valor da força de trabalho a caminho de seu local de exploração à violência da cidade segregada rumo ao colapso ecológico. Simples assim, por isso, fatal, se alcançar seu destinatário na hora social certa ...”. É da coisa pública contra os interesses privados que se está tratando em Belo Monte, entre os indígenas Terena em Mato Grosso do Sul, na Aldeia Maracanã, nas obras da Copa, inclusive em seus detalhes urbanísticos, no Novo Código de Mineração, nos projetos de mineração em área indígena para beneficiar grandes corporações, na não reforma agrária, como denuncia o MST. O Movimento Passe Livre acerta o alvo quando aponta para o caráter privatista que comanda as políticas que deveriam ser de caráter público que ainda são agravadas pelo conluio das empresas de ônibus que financiam campanhas de vereadores e prefeitos e fazem com que a mobilidade pública se transforme num inferno cotidiano seja pelos congestionamentos monstros, seja pela péssima qualidade com que as empresas transportam cidadãs e cidadãos e trabalhadora/es. Dessa forma não se trata de um fenômeno moral, como os setores conservadores procuram tratar o tema da corrupção, mas de uma estreita ligação do que seria o poder público com os interesses privados onde a corrupção está no cerne da política e, por isso, o “que se vayan todos” está no ar. A opção política da direção do PT com seu “pragmatismo ilimitado” lançou o partido nos braços dos setores mais conservadores em nome de uma governabilidade onde, até mesmo, aliança com o político conhecido entre os mais corruptos do país, como o Sr. Paulo Maluf, fez parte dos cálculos de poder. O país, apesar dos evidentes avanços sociais que experimentou nos últimos anos, não foi capaz de diminuir a gritante desigualdade social que, entre nós, é ainda agravada politicamente por seu caráter étnico-racial. Vários ativistas de favelas do Rio de Janeiro acusam a violência específica que se abateu contra os jovens negros nas manifestações. Aliás, a repressão policial que normalmente se abate contra jovens negros e pobres das periferias de nossas cidades dão conta que a herança militar da ditadura permanece, sobretudo para os mais oprimidos/explorados entre os mais oprimidos/explorados. A desmilitarização das polícias se inscreve como uma das mais importantes reivindicações desse novo ciclo de lutas que se abre no país para que a democracia possa ser, de fato, ligada à sua fonte e destino, qual seja ao demo, ao povo, essa categoria abstrata que todos sabem quem é. Embora com as especificidades brasileiras, essas manifestações trazem as marcas dos novos movimentos sociais em período de acumulação flexível em luta pelo bem comum. Talvez aqui residam as maiores dificuldades dos movimentos sociais que se forjaram desde os primórdios da Revolução Industrial e do fordismo, onde as grandes concentrações geográficas de trabalhadores davam um enorme poder à classe operária que com suas greves conseguiam contra-atacar o capital, a burguesia e os gestores. O neoliberalismo com sua acumulação flexível reconfigurou as bases materiais da sua dominação e, assim, “la nueva fábrica es el barrio”, como destacou um ativista argentino quando emergiu o movimento piquetero em finais dos anos 1990 e inícios dos 2000. Agora se param as cidades; se fazem bloqueios de ruas e estradas, como se viu em São Paulo quando as populações das periferias bloquearam as rodovias que dão acesso à cidade. Esses movimentos são herdeiros de outro fazer político que pautaram, na América Latina, outro léxico político como “a vida, a dignidade e o território” e, com isso, reivindicam que haja mais autonomia dos povos e dos cidadãos na gestão da coisa pública, na gestão dos territórios. Assim, além da igualdade, bandeira clássica das esquerdas, acrescentam a dignidade que significa que devem ser reconhecidos como dignos de interlocução e, assim, o político se coloca como condição do social na sua diversidade. Importa reconhecer que o avanço das possibilidades de uso das tecnologias de comunicação reconfiguram a forma de relação entre os sujeitos políticos, em que precisamos reconhecer a superação, em curso, de uma linearidade autoritária e hierárquica que nos separa entre sujeitos (classe política) e objetos (classes subalternas) dos processos discursivos, de gestão pública e da comunicação de massas, para uma circularidade comunicativa interativa que provoca a emergência de novos sujeitos sociais. Esta circularidade, como condição do fluxo de informações geradas pelos e nos movimentos sociais, nos espaços reais e virtuais, revela e coloca em xeque o anacronismo da ‘inteligência’ de ‘controle/direção’ política e a própria presunção de autoridade e dos especialistas dos meios de comunicação corporativa. Esta mudança de paradigma não está inscrita na tecnologia, mas é a resultante de processos de resignificação (hackeamento) destas ferramentas por sujeitos políticos em processo de superação coletiva da sua condição de opressão, que transmutaram o sentido destas redes, de uma perspectiva de interação interindividual para uma de formação, organização, articulação e interação entre coletivos em luta. De forma que, não é a rede que os torna comuns, mas a própria emergência da necessidade da luta como condição de dignidade. São outros espaço-tempos onde as instituições hierárquicas dos partidos e dos sindicatos, que tanta contribuição trouxe e ainda pode trazer, sobretudo quando se mantém ligados às lutas sociais concretas, já não conseguem dar conta do que está em curso. Eduardo Galeano, que ninguém haverá de negar sua identidade como um intelectual de esquerda, registrou o humor das ruas, entre os indignados de Barcelona, que traziam em um cartaz: “A esquerda? Onde está a esquerda? E a resposta: está ao fundo, à direita”. O não-partidarismo que grassa nos manifestações brasileiras não é uma manifestação fascista como alguns tentam caracterizar, embora a hipótese de que venha a ser não deva ser descartada. O Movimento Passe Livre foi claro ao condenar esse espírito se declarando como “um movimento apartidário, mas não anti-partidário” e reconhecendo publicamente que muitos militantes de partidos políticos, sobretudo os de esquerda com pouca expressão eleitoral (PCO, PSTU e PSOL) estiveram na origem e continuam no movimento. A ausência da UNE – União Nacional dos Estudantes – há muito controlada por partidos de esquerda ligados ao governo, num movimento que recupera uma das bandeiras históricas do movimento estudantil, como a do preço das passagens, e que se caracteriza por ser predominantemente de estudantes, dá mostra da falência das mediações tradicionais, sejam partidárias e/ou sindicais. As manifestações de rua recuperam o sentido da política como coisa pública protagonizada pelo povo e não deixam de sinalizar a falência de um sistema político que não os representa, embora não tenha claro o que colocar no lugar. Esse é o recado que vem das ruas e que exige mais além das manifestações, uma organização que potencialize essa agenda que, como bem disse Paulo Arantes: “A vida no Brasil sem dúvida melhorou, e muito, nestas duas décadas de ajuste ao capitalismo global. No entanto, ninguém aguenta mais”. Daí a necessidade de que sejamos realistas e exigirmos ... que se vayan todos ... em busca da reinvenção da política.

sábado, 22 de junio de 2013

Brasil, Curitiba, Jorge Montenegro

ESTO NO HAY QUIEN LO ENTIENDA… Jorge Montenegro “Esto no hay quien lo entienda”, ha sido la frase más repetida durante el debate que hemos organizado hoy por la tarde aquí en Curitiba-Paraná, sur de Brasil, en torno a lo que significan las movilizaciones que están sacudiendo a Brasil en los últimos días. Entre el grupo de personas que estábamos discutiendo había gente joven y gente que lo fue en otros tiempos similares, gente que acompaña a los movimientos y gente que los mira desde una distancia próxima, gente que llegó a la universidad desde la periferia y gente que llegó a la periferia desde la universidad… pero lo que se escuchó una y otra vez es: “Todo es muy extraño”… Y es que había en el debate una sensación generalizada de amargura, de desencanto… pero también de recelo e incluso de pánico por el sesgo que los acontecimientos están tomando en las últimas movilizaciones. En esta ciudad dominada por el conservadorismo, en esta autocomplaciente Curitiba del orden y el progreso fruto del trabajo de los emigrantes europeos, hoy, viernes por la tarde, antes de la tercera gran manifestación, el miedo se comía por los pies al asombro eufórico del lunes, cuando ni los más optimistas podían creer que casi 20.000 personas estaban en la calle (una situación fuera de lo común en esta ciudad de casi dos millones). Una soleada disrupción en el final del frío y lluvioso otoño curitibano. Sin líderes, sin plataforma amplia y conjunta, sin nada que recuerde los viejos tiempos de la política… la gente estaba en la calle para protestar, para exigir, para sentirse viva en un país con una clase política donde dominan los muertos guardados en los armarios y donde los verdaderos milagros, económicos por supuesto, son cosa para cuatro elegidos, que por supuesto nos los necesitan. Pero ayer, jueves, algo hizo crac para mucha gente, y no apenas aquí en Curitiba. Amigos reales o del tipo facebook contaban desde São Paulo, Río de Janeiro o Porto Alegre que realmente las cosas estaban extrañas (erre que erre con esa cuestión). Mensajes y personajes fuera de lugar que en días anteriores parecían hacer parte del paisaje necesariamente diverso de una protesta a rienda suelta, el jueves dominaban el cotarro. La repulsa a la presencia de los partidos políticos, pero también a los movimientos sociales, no parecían más el sentimiento espontáneo del hartazgo, se convertían en una consigna que negaba la historia junto con las banderas, que negaba los líderes que se acomodaron al discurso de lo posible, junto con el poso evidente, dulce o amargo, de la experiencia de ese proceso. Hoy viernes no fue muy diferente. El desencuentro de las demandas y de las agendas, también fue el desencuentro de las manifestaciones. En la que yo de pronto me encontré (o me perdí), la gente gritaba sobre todo por cuestiones ligadas a la reforma política, a la necesidad de reforzar un judiciario que marque de cerca al gobierno, de fortalecer elecciones digitales, ampliando supuestamente la democracia. Sorprendentemente esas eran las mayores reivindicaciones, aderezadas con críticas a la presidente Dilma o a la cantidad de impuestos que se pagan e el país… y, por supuesto, todo con el fondo verde y amarillo de las banderas de la nación y con cánticos que enarbolaban el orgullo de ser brasileño. Mientras por la noche recorríamos el centro de la ciudad, un ningún momento se gritó contra las obras sobrefacturadas del Mundial o las que nunca van a ser realizadas. No hubo críticas al modelo de desarrollo escogido, que avanza en todos los territorios del país, expulsando indígenas, campesinos o poblaciones tradicionales. Tampoco se retomó la discusión sobre el transporte público-> u otros servicios públicos. Y, claro, la consigna anti-partidos y anti-movimientos se mantuvo o por lo menos nadie se atrevió a transgredirla abiertamente. Precisamente esa había sido la bronca mayor de nuestra discusión por la tarde, antes de la marcha. La oportunidad de pararle los pies a unos políticos y a una política que no representan los anhelos de nadie, se servía acompañada de hacerle el juego a una derecha mediático-político-partidaria. ¿Por qué la Rede Globo, genéticamente golpista, le hace el juego a los manifestantes que claman contra la corrupción del gobierno? ¿Por qué se coloca en la carrera por las elecciones presidenciales del próximo año al martillo ético del Partido dos Trabalhadores, presidente del Tribunal Supremo Federal, Joaquim Barbosa, al que el casi creado Partido Militar Brasileño> arrulla para que sea su candidato a la presidencia? ¿Quién son esos recién llegados al ámbito de la movilización social que se proponen moralizar el país a base de hacer callar a los que siempre se comprometieron con la transformación mucho más allá de la moral? Pero, claro, todo lo contrario también podía ser verdadero. Frente al estupor de un gobierno fuera de foco, preocupado en posar para la foto del éxito rotundo, el fantasma del golpe podría estar siendo usado como mera estrategia para ganar tiempo. Tal vez no sea perfecta, tal vez ya estaba desgastada de tanto ser usada en los gobiernos de Lula, pero ayudaría a ganar el tiempo necesario para volver a la artificiosa normalidad construida a base de coaliciones políticas espurias y discursos y prácticas de un desarrollo sin sentido. El rechazo frontal a una derecha falazmente moralizadora está siendo servida, así, acompañada del miedo del golpe militar o parlamentar. No es ni mucho menos una situación nueva o desconocida. Al fin y al cabo, hoy por la tarde estábamos discutiendo de esos dilemas irresolutos que recorren los caminos de toda América Latina por doquier y en cualquier época. Que atenazan los movimientos, pero también los engrandecen, los desafían, los obligan a caminar, a parar, a saltar (no necesariamente adelante). Al fin y al cabo, me parece que nos tropezamos con varias preguntas recientes (que en verdad son la misma, pero formulada de diferentes formas). Cuestiones recientes aunque viejas por repetidas: ¿cómo continuar haciendo política en estos tiempos sin jugar a la dicotomía negadora de todo lo nuevo que significa atrincherarse para defender a los gobiernos que se dicen progresistas contra una revolución ética y moral impulsada por una derecha que nunca tuvo ni ética ni moral? ¿Qué política se puede hacer en estos momentos por fuera de estos moldes que ahogan, que cansan, que anulan? ¿Hacia dónde nos salimos cuando ya no podemos continuar paseando juntos por las calles con personajes y mensajes que son incompatibles con lo que pensamos o con lo que criticamos? Son preguntas de verdad, no son retóricas. Son preguntas para resolver desde la convivencia y el compartir… quizá estos sean dos de los caminos sobre los que pensar esas nuevas políticas… IMPRESIONES Hay una energía disruptiva en toda esa movilización que ha conseguido descolocar completamente a las victorianas formas de hacer política, y que se refleja en las actitudes huecas de los gobiernos, sean federales, de los estados o de los municipios. Desconfío que en esos ámbitos tampoco nadie entienda lo que pasa, pero eso no quiere decir que se van a quedar viéndolas venir. La concesión de bajar las tarifas del transporte apenas inicia el rearme y el contraataque. ]-->Hay dos lecturas de la “joven” sociedad brasileña que circulan por cierta prensa extranjera (incluso manejada por personas aquí dentro) que me parecen una burla y un sinsentido: como sociedad joven e inmadura, los brasileños deberían pasar por toda una serie de fases para llegar a tener un comportamiento digno del momento que se está viviendo, pero por ahora no, por ahora los brasileños no han completado un desarrollo político y social que les permitiese estar a la altura del desafío histórico; y la otra lectura, la sociedad brasileña sería como los jóvenes que se revuelven contra los padres que les dieron todo (supuestamente Lula y Dilma), que se desvivieron por ellos, una juventud que quiere más y cuestiona más, que quiere consumir más y que cuestiona la corrupción. Ay, ay, ay… Admitamos la hipótesis de que no haya una ampliación real de las diferencias económicas, sociales y políticas en ese Brasil del milagro. Los programas implementados en ese sentido y publicitados a bombo y platillo (Bolsa família o Territórios da cidadania, por ejemplo), no parecen ir más allá de unos Objetivos del Milenio caseros que siempre parecen inalcanzables, pero admitamos que los números presentados por el gobierno sean el reflejo de una realidad sin mayores desigualdades. En todo caso, lo que sí parece palpable es la ampliación subjetiva de esas diferencias. La pésima educación pública ofrecida en la enseñanza fundamental y media (siendo injusto seguramente con esa generalización) que permite tener acceso normalmente a una universidad privada mercantilizada y de muy baja cualificación. La baja calidad de la atención ofrecida por el sistema público de salud. Las despreciadas normas constructivas para las casas de protección oficial. El encarecimiento progresivo del transporte…. y una lista demasiado extensa muestran que las oportunidades de integración y movilidad social son absolutamente diferentes dependiendo de dónde y de quién naces. Ese modelo de desarrollo brasileño que no mejora, ni mucho menos, las posibilidades de mayor igualdad social, viene produciendo millones de víctimas colaterales que viven generalmente en las periferias de las grandes y medianas ciudades. Esas gentes no estaban en las manifestaciones de Curitiba, pero me dicen que tampoco estaban en las manifestaciones del centro de São Paulo, por ejemplo. ¿Estaban en Río de Janeiro, en otras ciudades brasileñas? Ojalá. >Por último, llegan noticias de que más allá de esas ciudades atiborradas de gente y de medios de comunicación, en las ciudades pequeñas, en los estados periféricos, también la movilización se expande. Y lo hace como hidra de mil cabezas y rostros. Aquí una manifestación contra la expulsión de familias que viven en casas de protección oficial con problemas. Allá son las universidades particulares que protestan para ampliar su negocio a base de más ayudas del gobierno. Y en muchos lugares son las entidades agrícolas patronales que se levantan contra la corrupción del gobierno y que piden más ayuda para el agronegocio, que claman contra los indígenas que quieren preservar su territorio… Jorge Montenegro, un español que vive en Brasil desde hace más de una década, pero que una vez más se siente sobrepasado por la vitalidad contagiosa, pero delirante de este país.

viernes, 21 de junio de 2013

La revuelta en Brasil Raúl Zibechi

La revuelta de los veinte centavos El aumento del precio del transporte fue la brecha por la que se coló el profundo descontento que vive la sociedad brasileña. En apenas dos semanas las movilizaciones se multiplicaron: de cinco mil los primeros días a más de un millón en cien ciudades. La desigualdad, a falta de participación y la represión son los grandes temas. Raúl Zibechi Los abucheos y rechiflas dieron la vuelta al mundo. Dilma Rousseff no se inmutó pero sus facciones denotaban incomodidad. Joseph Blatter sintió la reprobación como algo personal y se despachó con una crítica a la afición brasileña por su falta de “fair play”. Que la presidenta de Brasil y el mandarían de la FIFA, una de las instituciones más corruptas del mundo, fueran desairados por decenas de miles de aficionados de clase media y media alta, porque los sectores populares ya no pueden acceder a estos espectáculos, refleja el hondo malestar que atraviesa a la sociedad brasileña. Lo sucedido en el estadio Mané Garrincha de Brasilia saltó a las calles, amplificado, el lunes 17 cuando más de 200 mil personas se manifestaron en nueve ciudades, en particular jóvenes afectados por la carestía y la desigualdad, que se plasma en los elevados precios de servicios de baja calidad mientras las grandes constructoras amasan fortunas en obras para los megaeventos a cargo del presupuesto estatal. Todo comenzó con algo muy pequeño, como sucede en las grandes revueltas del siglo XXI. Un modesto aumento del trasporte urbano de apenas 20 centavos (de 3 a 3,20 reales, dos pesos uruguayos). Primero fueron pequeñas manifestaciones de militantes del Movimiento Pase Libre (MPL) y de los comités contra las obras del Mundial de 2014. La brutalidad policial hizo el resto, ya que consiguió amplificar la protesta convirtiéndola en la mayor oleada de movilizaciones desde el impeachment contra Fernando Collor de Melo en 1992. El viernes 7 de junio se realizó la primera manifestación en São Paulo contra el aumento del pasaje con poco más de mil manifestantes. El martes 11 fueron otros tantos, pero se quemaron dos autobuses. Las dos principales autoridades, el gobernador socialdemócrata Geraldo Alckmin y el alcalde petista Fernando Haddad, se encontraban en París promoviendo un nuevo megaevento para la ciudad y tacharon a los manifestantes de “vándalos”. El miércoles 12 una nueva manifestación se saldó con 80 autobuses atacados y 8 policías heridos. El jueves 13 los ánimos estaban caldeados: la policía reprimió brutalmente a los cinco mil manifestantes provocando más de 80 heridos, entre ellos varios periodistas de Folha de São Paulo. Un tsunami de indignación barrió el país que se tradujo, pocas horas después, en los abucheos contra Dilma y Blatter. Hasta los medios más conservadores debieron reflejar la brutalidad policial. La protesta contra el aumento del boleto convergió sin proponérselo con la protesta contra las millonarias obras de la Copa de las Confederaciones. Lo que parecían manifestaciones pequeñas, casi testimoniales, se convirtieron en una ola de insatisfacción que abarca todo el país. Síntoma de la gravedad de los hechos es que el lunes 17, cuando se produjo la quinta movilización con más de 200 mil personas en una decena de capitales, los políticos más importantes del país, los ex presidentes Fernando Henrique Cardoso y Luiz Inacio Lula da Silva, condenaron la represión. “Descalificarlos como vándalos es un grave error. Decir que son violentos no resuelve nada. Justificar la represión es inútil”, escribió Cardoso quien atribuyó las protestas al “desencanto de la juventud frente al futuro”. Lula tuiteó algo similar: “La democracia no es un pacto de silencio sino una sociedad en movimiento en busca de nuevas conquistas. La única certeza es que el movimiento social y las reivindicaciones no son cosa de la policía sino de mesas de negociación. Tengo la certeza de que entre los manifestantes la mayoría están dispuestos a ayudar a construir una solución para el transporte urbano”. Además de desconcertar a las elites, los manifestantes consiguieron que se suspendieran los aumentos. La sensación de injusticia El transporte público en ciudades como São Paulo y Rio de Janeiro es uno de los más caros del mundo y su calidad es pésima. Un relevamiento del diario Folha de São Paulo analiza los precios del transporte público en las dos mayores ciudades del país en relación al tiempo de trabajo necesario para pagar un pasaje, en relación con el salario medio en cada ciudad. El resultado es catastrófico para los brasileños. Mientras un habitante de Rio necesita trabajar 13 minutos para pagar un pasaje y un paulista 14 minutos, en Buenos Aires sólo se tiene que trabajar un minuto y medio, diez veces menos. Pero la lista incluye las principales ciudades del mundo: en Pekín el pasaje equivale a 3 minutos y medio de trabajo, en París, New York y Madrid seis minutos, en Tókio nueve minutos, al igual que Santiago de Chile. En Londres, una de las ciudades más caras del mundo, cada pasaje demanda 11 minutos de trabajo (Folha de São Paulo, 17 de junio de 2013). El periódico cita al ex alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, para ejemplificar lo que debería ser la democratización urbana: “La ciudad avanzada no es aquella en la que los pobres andan en auto, sino aquella en la que los ricos usan el transporte público”. En Brasil, concluye el diario, está sucediendo lo contrario. En los últimos ocho años el transporte urbano en São Paulo se ha deteriorado según revela un informe de O Estado de São Paulo. La concesión vigente fue asignada durante la gestión de Marta Suplicy (PT) en 2004. El sistema de transporte colectivo creció de 1.600 a 2.900 millones de pasajeros entre 2004 y 2012. Sin embargo, los autobuses en circulación descendieron de 14.100 unidades a 13.900. La conclusión es casi obvia: “Más gente está siendo transportada pagando un precio más caro en menos omnibus que hacen menos viajes” (O Estado de São Paulo, 15 de junio de 2013). En cada unidad viaja un 80 por ciento más de pasajeros. Según la Secretaría Municipal de Trasportes de la ciudad, la mejora en la situación económica ha provocado un aumento de la cantidad de pasajeros pero, a su vez, los autobuses hacen menos viajes por el congestionamiento del tránsito lo que inevitablemente “recae sobre los usuarios que sufren por la ineficiencia del sistema, con al aumento del tiempo de los viajes”. Los costos también se han disparado por la ineficiencia que supone un mal aprovechamiento de la infraestructura. Si a esto se suma el despilfarro que suponen las inversiones millonarias en las obras del Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos 2016, con su secuela de traslados forzados de pobladores, puede comprenderse mejor el malestar reinante. Los seis estadios que se inauguraron en la Copa de las Confederaciones insumieron casi dos mil millones de dólares. La remodelación de Maracaná superó los 500 millones y otro tanto insumió el Mané Garrincha, una obra monumental con 288 columnas que le confieren un aspecto de “coliseo romano moderno” según el secretario general de la fifa, Jerome Valcke. Todo ese dinero público para recibir un partido durante la Copa y siete en el Mundial. Son recintos de lujo construidos por media decena de grandes constructoras, algunas de las cuales se adjudicaron también la administración de estas arenas donde se realizarán espectáculos a los que muy pocos tendrán acceso. El costo final de todas las obras suele duplicar los presupuestos iniciales. Aún faltan seis estadios más que están en obras, la remodelación de aeropuertos, autopistas y hoteles. El BNDES acaba de conceder un préstamo de 200 millones de dólares para la finalización del Itaquerão, el nuevo estadio del Corinthians donde se jugará el primer partido del Mundial 2014. Cansados de pan y circo La Articulación Nacional de los Comités Populares de la Cop, difundió un informe en el que señala que en las doce ciudades que albergarán partidos del Mundial hay 250 mil personas en riesgo de ser desalojadas, sumando las amenazadas por realojos y las que viven en áreas disputadas para obras (BBC Brasil, 15 de junio de 2013). Hubo casos en que una vivienda fue demolida con un aviso previo de sólo 48 horas. Muchas familias realojadas se quejan de que fueron trasladadas a lugares muy distantes con indemnizaciones insuficientes para adquirir nuevas viviendas, de menos de cinco mil dólares en promedio. Para completar este panorama, sólo para la Copa de las Confederaciones se montó un operativo militar que supuso la movilización de 23 mil militares de las tres armas que incluye un centro de comando, control e inteligencia. El dispositivo moviliza 60 aviones y 50. La disputa del Mundial 2014 ha obligado a Brasil a construir 12 estadios, 21 nuevas terminales aeroportuarias, 7 pistas de aterrizaje y 5 terminales portuarias. El costo total para el Estado de todas las obras será de 15.000 millones de dólares. Ante semejante despliegue de gastos para construir recintos de lujo resguardados con máxima seguridad, el Consejo Nacional de Iglesias Cristianas (CONIC) divulgó un comunicado en el que condena la brutalidad policial asegurando que lo sucedido el 13 de junio en São Paulo “nos remite a tiempos sombríos de la historia de nuestro país” (www.conic.org.br). El texto de las iglesias denuncia la falta de apertura al diálogo y asegura que “la cultura autoritaria sigue siendo una característica del Estado brasileño”. Le recuerda al gobierno que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU acaba de hacer varias recomendaciones, entre ellas poner fin a la policía militar. La CONIC cree que la represión policial contra las manifestaciones es la misma de “los exterminios de jóvenes que suceden cotidianamente en las periferias de las ciudades”. Finaliza diciendo que los grandes eventos que sólo traerán más ganancias “al mercado financiero y a los mega conglomerados empresariales”. “No queremos sólo circo. Queremos también pan, fruto de la justicia social”. Si este es el estado de ánimo de las iglesias, puede imaginarse cómo se sienten los millones de jóvenes que invierten dos horas en ir a trabajar, tres en retornar a sus casas “en ómnibus estúpidos y caros y enfrentan 200 kilómetros de congestionamiento”, como describe el escritor Marcelo Rubens Paiva (O Estado de São Paulo, 16 de junio de 2013). Todos los paulistas saben que los ricos viajan en helicóptero. Brasil posee una de las mayores flotas de aviación ejecutiva del mundo. Desde que gobierna el pt la flota de helicópteros creció un 58,6 por ciento según la Asociación Brasileña de Aviación General (ABAG). São Paulo tiene 272 helipuertos y más 650 helicópteros ejecutivos que realizan alrededor de 400 vuelos diarios. Muchos más que ciudades como Tóquio y New York. “Actualmente la capital paulista es la única ciudad del mundo que posee un control de tráfico aéreo exclusivo para helicópteros”, dice la ABAG. Por eso fluye a indignación y por lo mismo tantos festejaron el retorno de la protesta, para lo que tuvieron que esperar nada menos que dos décadas. Recuadro Una respuesta de dignidad social “Óooo, o povo acordou” (Óooo, el pueblo despertó), gritaban los miles que ganaron las calles. Como si hubieran estado dormidos durante años. Incluso Dilma Rousseff mencionó el vocablo: “Brasil hoy, se despertó más fuerte. La grandeza de las manifestaciones de ayer muestra la energía de nuestra democracia, la fuerza de la voz de la calle”. No tenía mucho margen para decir algo diferente luego de gigantescas manifestaciones que no se veían en dos décadas. Gilberto Carvalho, secretario general de la Presidencia, fue menos políticamente correcto y reconoció “no entender” lo que está sucediendo en la calle. Una de las razones por las cuales la dirigencia política no entiende lo que sucede, es que durante los gobiernos del pt 40 millones de brasileños salieron de la pobreza e ingresaron al mercado de consumo, en una situación económica favorable. En tanto, los movimientos sociales son débiles y fragmentados. La segunda cuestión es el abismo generacional. Siete de cada diez manifestantes, según el instituto Datafolha, era la primera vez que participaban en una manifestación. Más de ocho de cada diez no apoya a ningún partido. El 53 por ciento tienen menos de 25 años. En un país amante del fútbol, el 70 por ciento de los paulistas se interesan por las manifestaciones frente a un 18 por ciento que siguen la Copa de las Confederaciones. La mitad de los habitantes de la principal ciudad brasileña rechazan las instituciones, entre las cuales el Congreso ostenta el mayor rechazo con el 82 por ciento, pero el 77 por ciento apoya las manifestaciones. ¿Cómo pudo un pequeño movimiento por la gratuidad del transporte generar tantas adhesiones? El Movimiento Pase Libre (mpl) nació 2003 en Salvador (Bahía) durante la “Revolta do Buzu”, cuando miles de estudiantes y trabajadores jóvenes cortaron las calles durante diez días contra el aumento del transporte. La oficialista Unión Nacional de Estudiantes consiguió cooptar una movilización espontánea y autónoma que nunca pudo liderar. Un año después, en 2004, estudiantes de Florianópolis inspirados en los sucesos de Bahía organizaron la “Revolta da Catraca” (revuelta de los molinetes) que conteo con apoyo de asociaciones de vecinos, de docentes y trabajadores. Durante el Foro Social Mundial de 2005 en Porto Alegre, se realizó una gran plenaria se formalizó el Movimiento Pase Libre que hoy está presente en todas las grandes ciudades. Los principios organizativos adoptados rechazan el estilo jerárquico y burocrático de las entidades estudiantiles oficiales y su carácter es independiente, horizontal, autónomo, federal, con decisiones por consenso y apartidario que, aclaran, no es sinónimo de antipartidario. En su declaración de principios el mpl destaca que el movimiento “no es un fin en sí mismo sino un medio para la construcción de otra sociedad” (www.mpl.org.br ) y en su lucha por el “pase libre estudiantil” destacan que su perspectiva es “la expropiación del transporte público, retirándolo de la iniciativa privada, sin indemnizaciones, colocándolo bajo control de los trabajadores y de la población”. La policía también se muestra sorprendida, además de contrariada, por este tipo de movimientos. Un informe del servicio secreto de la Policía Militar comentado por los medios señala que “la inexistencia de dirigentes es considerada la peor pesadilla por la policía porque no encuentra objetivos claros” (Folha de São Paulo, 16 de junio de 2013). El sociólogo Rudá Ricci, cercano al movimiento sindical, cree que los militantes y políticos que aún tienen los pies en el siglo XX “deben estar incómodos con la falta de unidad, de comando, de vanguardia” (http://rudaricci.blogspot.com). Sostiene que un pequeño movimiento creado en 2005 ganó semejante proyección por “el bloqueo de los canales de participación a partir de las entidades de representación clásicas” y por “la incapacidad de los líderes sociales históricos de leer el día a día de la población por estar envueltos en instituciones cerradas”. El cientista político Jorge Almeida, de la Universidad Federal de Bahía, sostiene que bajo el gobierno Lula sucedieron dos hechos significativos: los movimientos se desmovilizaron al apoyar a un gobierno que, a su vez, “representó el fortalecimiento de la hegemonía del gran capital en Brasil” (Valor, 19 de junio de 2013). El aumento del poder de consumo de la población y el hecho de que las grandes organizaciones pasaran a defender el orden social, “hizo que la hegemonía burguesa fuera más estable”. Sin embargo, “como la desigualdad continúa, debieron ser construidas otras organizaciones” capaces de llenar el vacío dejado por los movimientos históricos. La Copa fue la chispa que encendió la hoguera. “La Copa del Mundo aparece como una verdadera intervención de la FIFA en los grandes centros urbanos. Limitó la libertad de expresión, de comercio, en un radio de dos kilómetros de los estadios no puede haber manifestaciones”. Los precios se disparan a raíz de los megaeventos, afectando en particular a las camadas más pobres que sufren una inflación de 11 al 12 por ciento. Finalmente, dice Almeida, cuando los poderosos creían que podían hacer lo que querían, la represión los colocó ante “una respuesta de dignidad social”.

jueves, 6 de junio de 2013

Formosa, Carta a la Presidenta

Formosa, 05 de Junio de 2013 Sra Presidenta del Estado Argentino Dra Cristina Fernández de Kirchner Cumbre Nacional de Pueblos y Organizaciones Indígenas. 3, 4 y 5 de Junio 2013 – FORMOSA Esta comunicación es complementaria a la que entregamos en su despacho el 18 de Noviembre de 2012, donde solicitamos una audiencia en carácter der urgente. Pasado 6 meses, consideramos que las situaciones trágicas en territorios indígenas se suceden sin que ningún nivel de gobierno le dé la magnitud que corresponde. Pareciera que es más sencillo lograr mantener esa realidad oculta. Vemos alarmados como nuestros territorios utilizados como meros proveedores de materia prima para el mercado global, mientras expresamos discursos de soberanìa. En los territorios indígenas del sur nuestro drama es la contaminación hidorcarburifera, agravada por la llegada de la nueva tecnología del Fracking (fractura hidraulica), o enormes extensiones otorgadas a la megamineria, sin ninguna contemplación a la presencia del Pueblo Mapuche. En lo relacionado al agronegocio, en las últimas dos décadas, la superficie sembrada con soja resistente a los herbicidas creció en un 5.000 %, lo que representa dos tercios de la superficie cultivada total del país. Vemos que se promueve así una agricultura deshumanizada, sin agricultores y donde las semillas, la biodiversidad y la tierra son objetos y no lo que hay que proteger por siempre. Quienes sufren los impactos de las fumigaciones, el desmonte, las enfermedades, la falta de alimentos sanos, las inundaciones y las sequias, la pérdida de suelos y sus riquezas, el desplazamiento de poblaciones, y el hacinamiento en los márgenes de las ciudades, viviendo del asistencialismo, somos los pueblos indígenas y la población campesina. No obstante, Sra Presidenta, queremos expresarle que en medio de esta violencia, los Pueblos Indígenas, nos sentimos fuertes. Tenemos la herramienta más poderosa para el cambio urgente que necesitamos: nuestra relación cósmica con la madre tierra, con el conjunto de todas las vidas que nos rodean. Esas vidas no permitirán que nos resignemos. Esas vidas nos animan a que debemos recuperar la fuerza que nos da la vida en comunidad. Y no permitir que quiebren la relación sagrada con nuestro territorio. - 2 - Por lo dicho anteriormente: - Denunciamos la falta de cumplimiento, malversación de fondos y hechos dolosos producidos en la implementación del Programa de Relevamiento Territorial (Ley 26.160/06 de Emergencia Territorial y su prórroga). Hemos analizado el proceso de aplicación de la ley y los recursos administrados hasta la fecha. Los datos son productos de un detallado informe elaborado por el equipo jurídico del ENDEPA en base a informes de la Auditoría General de la Nación (AGN) y de la Dirección del Programa de Relevamiento Territorial del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI). Los mismos son contundentes y alarmantes. Sólo una referencia que surge de los datos: el total del presupuesto del relevamiento es de $ 60.000.000. Se ha verificado que ya se ha utilizado el % 76,41 de ese monto ($ 45.847.327). Solo se ha relevado el % 24,05 del total de las comunidades, de las cuales solo el % 12,48 del total se ha concluido efectivamente. Esta Cumbre ha tomado la decisión de iniciar acciones judiciales frente a los delitos cometidos por los funcionarios actuantes, en esta herramienta que tantas esperanzas generó en nuestros pueblos. - Un tema que sigue siendo de enorme preocupación para los pueblos indígenas presentes es el tratamiento que se está dando al Proyecto de Reforma al Código Civil y Comercial de la Nación. Lo detallamos en el informe presentado al Estado Argentino y lo reafirmamos en esta síntesis de nuestras demandas y propuestas. Reiteramos que los artículos sobre Propiedad Comunitaria Indígena deben ser suprimidos del proyecto de Reforma y se debe avanzar hacia una Ley Especial sobre nuestras Tierras y Territorios, con participación indígena. - La Presidente, la Corte Suprema, el Gdor Sapag en un frente de protección a Chevron. El avance de la industria extractiva es el eje de nuestras luchas y motivo de alarma y preocupación. En el caso de la región mapuche, la industria hidrocarburifera adquiere una nueva dimensión con la llegada de una nueva tecnología o modalidad de explotación denominada Fracking. Un ejemplo concreto para fundar nuestra alarma y preocupación sobre lo que se viene: se acaba de firmar un Convenio de asociación entre la empresa estatal YPF y la petrolera americana Chevron. El detalle es que Chevron enfrenta un embargo de 19.000 millones de dólares por contaminación ambiental y cultural contra los territorios del pueblo indígena quichua de Sarayaku, en la Amazonía ecuatoriana de Ecuador. Para evitar pagar, esta multinacional norteamericana retiró todos sus activos del Ecuador y salió a buscar nuevos botines económicos en el continente. Recae en territorio mapuche y ante la denuncia y posibilidad de embargo por el fallo en contra, es el propio gobernador Jorge Sapag quien se ofrece de “Amicus Curiae” que es una figura jurídica que significa “amigo del tribunal”!.. Pero quien logra proteger a Chevron finalmente es la propia presidenta, quien mandata a la Procuradora Gils Carbo a que promueva que el embargo no se aplique aquí en Argentina. La frutilla del postre lo pone la Corte Suprema quien ayer, 4 de junio del cte. libera a Chevron de la sanción. Los poderes creados para garantizar la salud, el ambiente y la cultura, en definitiva LA VIDA, crean un sólido frente para darle impunidad a la petrolera americana, con el argumento de “alguien debe pagar el precio del progreso”. - 3 - - En territorio de la Nación Warpe, la minería es la principal amenaza, por ejemplo en Iglesia la destrucción de los glaciares ya es un hecho. En Caucete, se quiere entregar a nuestro eterno guardián “el cerro Pie de Palo”, donde descansan nuestros ancestros, es nuestra fuente de poder y espiritualidad. El gobernador Gioja, en alianza con la empresa Barrick Gold, son los responsables directos de esta amenaza. El pueblo Warpe hoy enfrenta un momento decisivo en nuestra lucha por sobrevivir y resistir al capitalismo mundial, ya que el gobierno nacional planifica esta entrega de nuestra tierra a las transnacionales de la mega minería a cielo abierto. - La minería en Rio Negro tiene su cara más dramática en la Linea Sur (Jacobacci) donde las comunidades mapuche están en estado de amenaza por el emprendimiento otorgado a Panamerican Silver, sin el proceso de Consulta a las comunidades afectadas. - Un tema transversal a cada uno de estos escenarios es lo relacionado a un derecho violentado sistemáticamente como es el derecho a la Consulta. Este es el mecanismo que el Estado está obligado a aplicar ante cualquier proyecto de desarrollo, o iniciativa administrativa o legislativa, que pueda afectar la vida, la cosmovisión y territorios de los Pueblos Indígenas. Esta obligación es con el objeto de solicitar el Consentimiento, Previo, Libre e Informado de los pueblos y comunidades indígenas afectadas. La violación de este derecho coloca al Estado en responsabilidad internacional por su falta de cumplimiento, en base a los acuerdos jurídicos firmados. - Criminalización de la protesta: El acceso a la justicia es un derecho humano. Son frecuentes y graves las situaciones de penalización que provoca el poder frente a las protestas por reivindicación de los derechos de los Pueblos Indígenas. El caso de los pueblos indígenas de la región NEA (Chaco, Formosa, Misiones), es uno de los mas alarmantes. El Relator Especial sobre los derechos de los Pueblos Indígenas de Naciones Unidas, James Anaya sostuvo en su Informe sobre la situación en Argentina: “Esto ha generado una respuesta estatal que ha criminalizado actos vinculados a estas protestas. Se observa que muchos individuos indígenas siguen procesados por supuestos crímenes cometidos en este sentido. En algunos casos, estas protestas y la respuesta de la fuerza pública o terceros privados han generado momentos de violencia y hasta han ocasionado la pérdida de vida de miembros de pueblos indígenas.” Decisiones de la Plenaria de la Cumbre: • Decisión de Pueblos y Organizaciones Indígenas trasladarnos a Buenos Aires para entregar los resultados de la Cumbre en la Casa de Gobierno, el próximo Jueves 06, para solicitar un dialogo en carácter de urgente con la Presidenta del Estado Argentino. Se designa para esta medida a diez hermanos y hermanas, que oficiarán de voceros es este mandato de la Cumbre. - 3 - • Hacemos un sentido homenaje y reconocimiento a mártires de nuestra causa, como ha sido la Logko Mapuche Cristina Linkopan, que murió tempranamente a la edad de 30 años, como consecuencia de la contaminación provocada por la petrolera Apache en su territorio de Gelay Ko. Ella suscribe el documento que entregamos a la Pta Cristina Kirchner en Noviembre 2012. De la misma manera honramos a los hermanos que dieron su vida en la lucha por sus territorios en la región donde estamos reunidos: Celestina Jara, Lila Coyipe, Juan Daniel Díaz Asijak, Justina López, Delina Díaz, Guillermo Díaz, Ilmer Flores, Pablo Sanagachi, Javier Chocobar, Sandra Juárez, Esperanza Nieva, Roberto López, Mario López, Mártires López, Cristian Ferreyra, Miguel Galván y Florentín Díaz, en su memoria seguiremos adelante en la lucha por nuestros derechos ancestrales. • Decisión de la Cumbre de Pueblos y organizaciones indígenas, de designar como voceros oficiales de la agenda de la Cumbre Indígena al Qarashe FELIX DIAZ y a La autoridad espiritual del Pueblo Warpe AMTA ARGENTINA QUIROGA. Este reconocimiento que realiza el conjunto de autoridades indígenas es a la conducta política, ética y espiritual de ambos hermanos, es un mandato también para que actúen con plena autoridad, respaldados por el conjunto de los pueblos originarios presentes. Saludamos a Ud atte y quedamos atentos a la espera del pedido de un dialogo urgente por estas y otras situaciones, que por cuestiones de espacio no detallamos:

domingo, 2 de junio de 2013

Cumbre Nacional de Pueblos y Organizaciones Indígenas

CUMBRE NACIONAL DE PUEBLOS Y ORGANIZACIONES INDÍGENAS “Memoria, Verdad y Justicia para los pueblos Indígenas” 03, 04 y 05 de Junio de 2013 Provincia de Formosa Y CONFERENCIA DE PRENSA DE GARANTES Lugar: Casa de Encuentro Juan Pablo II - Formosa Participan: delegados y autoridades originarias de las diversas provincias del país. Convoca: El Consejo Plurinacional Indígena e Argentina. Adhieren: SERPAJ-CELS- APDH (Nacional/ La Matanza/ Neuquén)-Madres de Plaza de Mayo. Línea Fundadoras- Defensoría del Pueblo de la Nación- ENDEPA- Secretaria de Pueblos Originarios de la CTA- AADI- Resistencia QOM Organización miércoles 05 día Miércoles 05 de junio 09:00 Presentación de las Conclusiones del día anterior. Lectura del Documento consensuado para la Movilización Indígena a Casa de Gobierno 11:00 MOVILIZACION y Conferencia de Prensa, Desde Casa de Encuentro Juan Pablo II. Hasta la casa de la gobernación de Formosa. 14:00 Almuerzo 16:00 Análisis de la jornada y Propuestas para la proyección del trabajo realizado. Prioridades identificadas. Opciones. 20: Conclusiones y Clausura del Evento. CONVOCATORIA DIA 5 DE JUNIO DEL 2013 Los garantes de la mesa de diálogo nos hacemos presentes en Cumbre Nacional de Pueblos y Organizaciones Indígenas “Memoria, Verdad y Justicia para los pueblos Indígenas” que se llevara a cabo los días 03, 04 y 05 de Junio de 2013 en la Provincia de FORMOSA. Acompañamos el cierre del encuentro y marchamos junto a los hermanos de los Pueblos Originarios a la ciudad de Formosa, para manifestarnos frente a la casa de Gobierno, donde proponemos hacer una vigilia en repudio a la seguidilla de ataques que vienen soportando. En relación a esta última cuestión rechazamos enérgicamente los hechos ocurridos en la Comunidad Potae Napocná Navogoh, y denunciamos los continuos actos de violencia que vienen padeciendo. Muertes como las de Juan Daniel Asijak, Imer Flores, Celestina Jara y su nieta, Mario López y Mártires López no tienen respuesta. Ataques brutales y sistemáticos como una terrible golpiza a Abelardo Díaz y Carlos Sosa parecen seguir el mismo camino. Asimismo exigimos el cumplimiento efectivo de los acuerdos alcanzados en la Mesa de Diálogo luego de las arduas negociaciones acontecidas a mediados 2011 (que funcionó durante 5 meses bajo la esfera del Ministerio del Interior). Cabe recordar que el compromiso asumido por el Gobierno Nacional contienen los siguientes puntos: 1. Derechos territoriales: brindar una solución final al conflicto territorial de fondo por las tierras y territorios ancestrales que pertenecen a la comunidad; 2. Derechos políticos de representación y organización: reconocimiento del qarashe Félix Díaz como autoridad legal y legitima , electa directamente por los miembros de su comunidad; 3. En relación a la situación de hostigamiento y amenazas hacia miembros de la comunidad: poner fin a la represión instaurada. En este orden de ideas es que llamamos a las autoridades pertinentes a que en primer efectivicen los dispositivos correspondientes a fin de que la comunidad indígena Potae Napocna Navogoh pueda gozar plenamente de su derecho territorial comunitario, tal cual lo reconoce y garantiza la Declaración de Naciones Unidas sobre Derechos de los Pueblos Indígenas, el Convenio 169 de la OIT y la Constitución Nacional en su art. 75 inc. 17, en segundo lugar se cumpla con los derechos humanos que le corresponden por el solo hecho de ser personas, en tercer lugar se cumpla con los acuerdos alcanzados por la mesa de diálogo y por último se investigue y sancione a los responsables de sus violaciones. Es en virtud ello que: EL DÍA 5 DE JUNIO, 21 HS, AL CIERRE DE LA CUMBRE NACIONAL DE PUEBLOS Y ORGANIZACIONES INDÍGENAS CONVOCAMOS A UNA CONFERENCIA DE PRENSA EN LAS ESCALINATAS DE LA CASA DE GOBIERNO DE FORMOSA LUEGO UNA VIGILIA QUE DURARÁ 24 HS. APDH APDH LA MATANZA SERPAJ MADRES DE PLAZA DE MAYO LINEA FUNDADORA RESISTENCIA QOM SECRETARIA DE PUEBLOS ORIGINARIOS - CTA AADI CELS

lunes, 29 de abril de 2013

O Mediterraneo em Chamas- El Mediterráneo en llamas. FSM Tunez 2013

Visão, 4 de Abril 2013 O Mediterrâneo em Chamas Boaventura de Sousa Santos Regressei da Tunísia, onde participei no Fórum Social Mundial, convencido de que o Mediterrâneo continuará a fazer jus à importância que lhe atribuíram Hegel e Fernand Braudel, ainda que por razões diferentes. Se para Hegel o Mediterrâneo foi o elemento unificador e o centro da história mundial, para Braudel ele foi o berço do capitalismo. Ambos valorizaram o Mediterrâneo a partir da Europa e do que entenderam ser a superioridade da Europa. Eu vejo no Mediterrâneo a premonição de um mundo diferente, não sei se melhor se pior, mas onde a Europa que aqueles autores imaginaram será um passado cada vez menor para populações cada vez mais vastas do mundo. Pode parecer estranho que estes pensamentos me ocorram no momento em que participo numa reunião de muitos milhares de pessoas vindas de todo o mundo unidas pela vontade de lutar por um mundo melhor. Mas, como sociólogo, não posso fugir à magia de estar na cidade de Túnis onde nasceu, em 1332, Ibn Khaldun, aquele que hoje considero ser o grande fundador das ciências sociais modernas depois de durante décadas ter ensinado que os fundadores eram Max Weber, Émile Durkheim e Karl Marx. Num livro esplêndido Ibn Kaldun aborda temas tão diversos como história universal, ascensão e queda das civilizações, condições da coesão e da mudança social, economia, teologia islâmica e teoria política. Refiro-me a Muqaddimah, ou Prolegomena, escrito em 1377. Imerso no bulício do comércio da Medina ou na algaraviada das palavras de ordem da marcha monumental com que abriu o Fórum Social Mundial, leio de memória o livro e entendo por que as duas margens do Mediterrâneo estão em chamas. A norte, os cidadãos de países supostamente democráticos assistem ao confisco dos seus aforros, dos seus salários e da sua esperança para satisfazer banqueiros insaciáveis, à chantagem de governos sobre tribunais constitucionais como se as Constituições fossem tão descartáveis quanto a montanha de papel que resta da comida macdonaldizada, ao pesadelo alemão que, depois de destruir a Europa duas vezes num século, parece querer destruí-la uma terceira vez, sempre em nome da superioridade teutónica. E tudo isto se passa nas cidades italianas outrora livres e em países como Portugal e a Espanha a que Braudel conferiu tanta importância no nascimento do capitalismo moderno e que agora nem importância conseguem conferir à humilhação a que são sujeitos. A sul, cidadãos sedentos de democracia e de dignidade concluem que estiveram sujeitos a duas ditaduras, a dos ditadores e suas polícias e a do capitalismo global. Entre a surpresa e a confirmação de tanta derrota histórica, verificam que os vizinhos do norte saudaram a sua libertação da primeira ditadura mas em caso algum toleram que se libertem da segunda. Pelo contrário, prendem, matam ou deixam morrer os seus filhos que, em desespero, se lançam ao mar na esperança de uma vida melhor chamada Ilha de Lampedusa. Se com a democracia vem a miséria não é difícil concluir pela miséria da democracia. E é ainda mais fácil se das ditaduras mais retrógradas do Golfo Pérsico vem um islão agressivo que sabe explorar a piedade dos crentes para bloquear o ímpeto democrático que, caso o contágio funcionasse, um dia poderia chegar ao golfo. O que sucederia aos super-ricos do norte se os super-ricos dos sul não pudessem dispor das ditaduras para prosperar nos negócios? Ibn Khaldun não narra estes factos mas narra outros muito semelhantes. Comum a todos é a ideia de que as civilizações declinam quando as elites políticas que querem servir o povo não o podem fazer e as que se querem servir do povo têm o caminho livre. Em termos contemporâneos seria assim. Os membros da classe política que se dedicam ao país fazem-no de forma a nunca poderem participar da governação. Todos os outros, a esmagadora maioria, governam o país em função de carreiras pessoais futuras, sejam elas as instituições internacionais, o comentário político ou o emprego em multinacionais. Se isto não é o princípio do fim é o fim de todos os princípios.

sábado, 9 de marzo de 2013

Las mujeres y el mito de la modernidad Norma Giarracca Fue en el siglo XX cuando las mujeres emergieron al espacio público o mejor dicho, reaparecieron con fuerza en los espacios de la querella por la libertad y la búsqueda de derechos. Los pensadores de las corrientes denominadas “decoloniales” (Anibal Quijano, Ramón Grosfoguel, Walter Mignolo) señalan que la formación del patriarcado tal cual lo conocemos hoy en occidente, surge con la matriz de dominación moderna/colonial y atraviesa todos los espacios, desde el económico hasta los dominios domésticos. Solemos sostener para nuestro país a contramano de los pensadores liberales, que la consolidación del “capitalismo moderno” arrincona a las mujeres al ámbito doméstico desde donde comienzan a emprender sus resistencias cotidianas primero y luego sus luchas colectivas en significativos movimientos sociales. Estudios históricos demuestran que la figura femenina, tradicionalmente anclada en el rancho (o cualquiera fuera la denominación del orden doméstico), se corresponde con el proceso de colonización europea y la expansión capitalista. Antes de la expansión de la agricultura granaria, las mujeres criollas o indias aparecían en la iconografía de la época como activas compañeras del gaucho trashumante; se las documenta como cazadoras, galleras, jinetes, a la par del hombre. La figura de la mujer circunscripta al hogar y a la vida familiar se va conformando, sobre todo en la región cerealera, a partir de la segunda mitad del siglo XIX y coincide con la expansión de la agricultura y la colonización europea. En el resto del país, esa figura se consolida a medida que los territorios son subordinados al poder central y a los destinos económicos dictados desde el puerto; dejamos de encontrar en ese momento a mujeres como Victoria Romero, Juana Azurduy, Dolores Díaz. El discurso “agrarista” del agrónomo francés Carlos Lemeé contratado por las “modernizadoras” corporaciones agrarias pampeanas como la Sociedad Rural Argentina, expresó con claridad los destinos reservados a las mujeres. En un libro de 1895, se dirige a la mujer rural argentina para que logre convertirse en “la reina del hogar” y exalta para ello los valores de austeridad y laboriosidad familiar dentro del ámbito doméstico. En una época de consolidación del país agroexportador, el autor resaltaba la figura de la europea occidental como el modelo de mujer de campo a seguir. El arquetipo de la mujer criolla o indígena “indisciplinada”, debía desaparecer para lograr convertirlas en ecónomas austeras. Se buscaba la austeridad de las mujeres domesticadas para que el agricultor acumulara el capital necesario para convertirse en un actor eficiente del capitalismo agrario en expansión. Si esto ocurría en lo que algunos insisten en consideran erróneamente el “campo atrasado” no era muy diferente la vida de las mujeres en el incipiente capitalismo urbano. Aquellas mujeres que no pertenecían a los sectores dominantes o no estaban a cargo de un hombre tenían la obligación de demostrar que trabajaban para lograr su sustento, ya fuese por jornal o por servicio doméstico (nodrizas o sirvientas). De este modo, comenzaron a aparecer severas leyes provinciales que controlaban el lugar de las mujeres a través de la exigencia de papeletas firmadas por los patrones, que aseguraban las mudanzas bajo control. Por otro lado, la supuestamente avanzada ley 1420 de educación obligatoria de 1884, estableció que las niñas debían aprender “labores de manos y nociones de economía doméstica”, que incluía limpieza, preparación de alimentos, lavado, planchado y plegado de ropa, contabilidad casera y medidas de ahorro, y recibir una instrucción básica. Es decir, consignas no muy diferentes a las recomendadas por Carlos Lemeé a la “reina del hogar” rural. Las mujeres pobres entraban en los mercados informales del trabajo doméstico y, con el paso del tiempo asumían algunos oficios como los de costurera, enfermera o telefonista. Si bien existen algunos registros de mujeres participantes en sindicatos o gremios, son la excepción y no la regla. En síntesis, como bien señalan varias historiadoras, la población valorada como trabajadora, ciudadana y/o miliciana era exclusivamente masculina y la mujer quedó vinculada y naturalizada en la reproducción de la vida dentro de una unidad familiar jerárquica. A pesar de innegables avances durante el siglo XX el orden patriarcal capitalista moderno sigue vigente y coexiste en este mundo globalizado con muchos otros patriarcados de sociedades no occidentales. Y es importante recordar que la mayoría de ellos está siendo cuestionado y revisado; no es sólo el occidental. Las voces de las mujeres zapatista y de otros pueblos indígenas, el feminismo islámico, de la India o el de muchos países africanos, muestran que en cada cultura existen procesos de resistencias activas a esta dominación. Comprenderlo de este modo y no reducirlo a las resistencias en las sociedades “occidentales” nos ubica como latinoamericanos en un entramado intercultural desde donde podemos avanzar en dos grandes nodos del entramado del poder que acarrean consecuencias violentas y nefastas: los que refieren al orden patriarcal que nos ocupamos de su origen aquí, pero también los que reenvían al rasgo moderno de jerarquizar seres humanos, culturas, naciones ubicando a “occidente” siempre en la cúspide. Procesos que desde hace siglos muestran el racismo junto al patriarcado, como núcleos significativos de nuestra formación histórica social. Socióloga. Instituto Gino Germani- UBA.