domingo, 13 de septiembre de 2009

¿Colonialidad del saber o autonomía de pensamiento? Norma Giarracca


Sistemas Científicos y Universitarios: ¿Colonialidad del saber o autonomía de pensamiento?
Norma Giarracca
Exposición en el marco del Foro para el Medio Ambiente de La Rioja, el 20 y 21 de agosto de 2009. Desgrabado por DataLaRioja.

Ustedes dirán por qué esta socióloga rural con muchos años de estudios rurales y de casi 20 registrando los movimientos sociales de América Latina que se vienen dando prácticamente a partir de la primera y segunda ola del neoliberalismo, va a hablar hoy de universidad y ciencia. Por qué nos va a hablar de esos temas en vez de contarnos acerca de sus primeros resultados del trabajo colectivo que lleva a cabo con los compañeros de Chilecito y Famatina. Y les voy a decir por qué: me siento una participante de este mundo en construcción y por lo tanto, necesito dar cuenta y reflexionar sobrela responsabilidad que les toca en este mundo en construcción, a aquellos que habitan las instituciones del conocimiento. Porque las instituciones del conocimiento están tan comprometidas como los territorios en disputa en esta tensión entre una sociedad desgarrada, fragmentada, desvastada y la posibilidad de construcción de una sociedad “otra”.

Lo que traigo hoy es una autorreflexión de la institución que habito que es una institución universitaria dentro de un más amplio sistema científico. Y en realidad tenía pensado comenzar la charla con una buena noticia. El martes 18 de agosto a la noche estuvimos en el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, donde llevo a cabo mis investigaciones en el Instituo Gino Germani y el Consejo Directivo, por unanimidad sacó una resolución rechazando la aceptación de los fondos que el CIM aceptó de parte de la minera la Alumbrera y que tanto ruido está haciendo en el mundo universitario.

También como yapa, el decano presentó el repudio al veto presidencial a la Ley de Glaciares. Pero como decíamos con los compañeros, estas buenas noticias duran poco. No podemos disfrutarla porque rápidamente viene la otra. Ayer mismo estando acá, una consejera superior me llamó para decirme que el miércoles pasó por la Comisión de Presupuesto del Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires la aceptación de los fondos. O sea que mientras la Facultad repudiaba esa aceptación y decíamos además que el rector lo había hecho ad referéndum del Consejo Superior, ya habían convencido a sus consejeros que aceptaran ese dinero. Y lamentablemente los llamados decanos progresistas, antioficialistas, que son el decano de Filosofía y Letras, de Ciencias Exactas, consejeros con largos años de luchas universitarias, no sólo aceptaron el dinero sino que hablaron de que la minería no contamina. Todavía estamos a tiempo, los compañeros de la Facultad de Ciencias Sociales están luchando para que el miércoles en el plenario del Consejo Superior vuelva a comisión, vuelva a una discusión y no se saque así, entre gallos y medianoche. Lo que pedía la Facultad de Ciencias Sociales era que se abriera un debate como están pidiendo todas las universidades. Que se abra un debate, que nos dejen debatir a aquellos universitarios que estamos trabajando sobre el tema y nos dejen transmitir a los colegas, a los consejeros, las cuestiones que estamos encontrando.

Esta posición de la Universidad de Buenos Aires, de esta querida universidad en la que hace 25 años con el regreso al país y a la democracias, estoy trabajando con dedicación exclusiva, muestra una vez más, como el resto de las universidades del país, la tremenda crisis institucional por la que están atravesando las universidades públicas, que es básicamente una crisis institucional.

La desestructuración institucional actual es de las más profundas de su historia porque toca precisamente aquel nudo, aquel elemento, que es básico en la construcción institucional. Que no es la autonomía política que muchas veces estuvo en juego con las dictaduras en nuestro país y con discusiones de quién tiene que mandar en estas instituciones, en las universidades de todo el mundo. Sino que es aquel elemento común a todas las universidades que se precien de tal, que construyen conocimiento que es la autonomía, la libertad de pensamiento, la autonomía científica, la autonomía pedagógica. Esos son los rasgos, los elementos que hacen a la esencia de esa universidad que se adaptó y que fue uno de los pilares fundamentales de esa fabulosa ingeniería social hoy en crisis que llamamos modernidad.

La autonomía científica, la libertad de pensamiento, la autonomía pedagógica, era posible cuando el Estado entendía a la universidad, a la ciencia y al conocimiento como un bien público. Era el mismo Estado el que entonces garantizaba su funcionamiento.

Sobre todo, la universidad fue importante para el proyecto que se tenía de sociedad, uno los pilares de esta ingeniería social que indudablemente debemos llamar moderna/colonial. Moderna con su cara oscura que fue el colonialismo y que tenía varios pilares. Uno, fue la ciencia, el conocimiento, la razón y el otro, fue el derecho. Por eso la sociedad moderna cuidaba la autonomía de eso dos pilares, representados. por un lado, en la construcción de conocimiento, de ciencia, y por el otro la construcción de la justicia. A nadie se le ocurría pensar que aún cuando el Estado financiaba el conocimiento científico o la Justicia, estos dos espacios pudieran perder autonomía porque hacían a la esencia de este proyecto de la modernidad.

“El Estado redujo su compromiso al mínimo”
Pero en el neoliberalismo el Estado decidió reducir al mínimo su compromiso con la universidad y esto no es casual. El modelo del capitalismo, modelo social y cultural neoliberal tiene que ver con la tremenda crisis en sus cimientos de este modelo de la modernidad/colonialidad que tantas promesas había formulado: promesas de paz, alimentación plena, de educación plena y que no había cumplido. Y ahí viene el neoliberalismo con su nuevo mensaje. Y decide descomprometerse fundamentalmente del Estado y de aquellos elementos que hacían a la construcción de esta sociedad. Y desgraciadamente esto se ve en los últimos 35 años, vuelvo a nuestro país, que de todos ese tiempo, 25 años son en democracia. Quiero decir, era lógico el maltrato universitario en los 10 años de dictadura porque indudablemente la universidad como centro de conocimiento, de pensamiento autónomo y libre era un elemento tremendamente peligroso para la dictadura. Por eso la dictadura, hizo todo lo posible por vaciar a las universidades del conocimiento científico. Y lo hizo a través de su Consejo Nacional de Ciencia y Técnica (CONICET) en manos de una dirigencia científica de la peor calaña que vació a las universidades de ciencia y la confinó en institutos propios donde fijaba las reglas de producción de conocimiento; por otro lado, utilizó esos dineros que le proveyeron los créditos internacionales para enriquecimiento de la propia dirigencia científica y de muchos científicos que entraron en el juego.

Paralelo a eso hubo muchos científicos que se autoexiliaron en sus laboratorios, en sus propios institutos y no aceptaron ni tuvieron los subsidios de esa dirigencia. Pero una parte significativa si lo aceptó. Y esto es importante destacarlo para ver que el sistema científico está compuesto por hombres que son iguales al resto de la sociedad. Y sobre todo al resto de los sectores medios que son capaces de ser decentes, indecentes, flexibles o inflexibles y adaptarse, con tal de tener dinero para investigar, a cualquier cosa.

Por eso vale la pena interrogarse ¿Qué puede evitar estas situaciones lamentables dentro del sistema científico? La respuesta es el control social. Y el control social no sólo es el control político desde el Estado sino los controles sociales de los espacios de reservas morales de la sociedad pueden ir creando, generando, para saber que ocurre en estos espacios.

Cuando llegamos de nuevo a la sociedad democrática, el gobierno reconquistó e hizo alarde de eso, de la autonomía formal, del gobierno tripartito. Pero se inicia un claro proceso de desfinanciación. Debo decir que el CONICET de la democracia inicia querellas contra todos estos científicos que habían vaciado los dineros de este sistema para enriquecimientos personales o para centros de investigación que eran una verdadera vergüenza. Luego llegó Carlos Menem y paró todos los procesos legales.

Con este proceso de desfinanciamiento la universidad pública deja de ser considerada un bien público. En forma paralela a que dejan de ser considerados bienes públicos la salud, la educación en general, el agua, los bienes comunes, etc. Entró en la misma oleada de privatizaciones de los servicios básicos de la vida y es en ese momento (los 90´s) donde se preparan las condiciones legales para la entrada de los capitales que van a desbastar nuestros recursos naturales.

Los documentos del Banco Mundial eran muy claros en esos momentos y eran aceptados por un dócil Ministerio de Educación, por una dócil Dirección Nacional de Universidades y por un dócil Consejo Interuniversitario Nacional. Y bajar esas líneas estaba relacionado con los créditos y programas especiales que se otorgaban para que toda esa estructura burocrática y la estructura de las autoridades universitarias pudieran reproducirse. La propuesta fundamental del Banco Mundial era la evaluación de la eficacia. Ya comienza esta idea y la colonización mercantil y liberal de los espacios del conocimiento; todo se medía con indicadores cuantitativos y se promovían la investigación cada vez más dependientes de las agencias y de los dineros privados.

Rasgos sospechosos
Había ciertos rasgos que eran sospechosos en la universidad y que todos los documentos del Banco Mundial marcaban. Esto era: la autonomía, la gratuidad y la democracia universitaria, que debían limitarse a lo mínimo posible para permitir la modernización en todos los niveles. Estoy repitiendo palabras de ellos, y que pudieran entrar a este nuevo mundo de la sociedad del conocimiento que nos prometía una gran entrada a la globalización. El ahogo presupuestario fue el mecanismo decisivo para lograr el gran cambio, para tocar el punto nodal de la institución universidad. Para colonizarla desde la lógica neoliberal, la mercantilización, hacerla un bien de servicio que se puede vender que se puede tranzar.

Buscar recursos en el mercado era otra de las condiciones y ahí salieron raudamente las autoridades, los profesores, los investigadores a buscar recursos. Esto por un lado y por el otro, la idea de convertir al espacio mismo en un objeto mercantil. Entonces los posgrados fueron arancelados y hubo toda una discusión para que se arancelara también el grado. Ustedes recordarán que Córdoba lo hizo en forma voluntaria, etc., etc.

¿Cómo se visualiza esto en la UBA? Universidad a la que pertenezco y conozco mucho pues he sido y he estado en todos los estadios de autoridad, siempre como consejera de la oposición, hasta consejera superior. En primer lugar, el festival de pasantías, sacar a los estudiantes a trabajar a las empresas para que tengan una práctica, que era simplemente trabajo en negro. No era trabajo formal, era trabajo en negro, de los cuales un porcentaje importante se quedaba en la universidad. Segundo, arancelamiento de posgrado, donde salían las “compañías” de profesores que tenían los posgrados con su facturación para sumar ingresos a sus sueldos universitarios, por todo el país En tercer lugar los convenios con las empresas privadas. Y así, todas vergonzosas.
Les voy a dar algunos ejemplos: Roche, la corporación farmacéutica suiza “Cuida la Facultad de Medicina”, hay carteles en todos lados, violando el principio aún no derogado del conflicto de intereses con los futuros médicos. Unilever, de origen angloholandesa, pide en 1999 al Consejo Superior (yo era consejera) la exclusividad para que la Universidad de Farmacia aparezca en sus productos diciendo “UBA le controla calidad a Unilever”. Monsanto y Los Grobo financian los posgrados de la Facultad de Agronomía, que precisamente se llaman “Siembra Directa”, “Agronegocios”, etc, etc. Y contribuyen a la fundación donde se vuelven a manejar fondos de manera discrecional.

El papel de las ciencias sociales
Y no voy a dejar afuera a las ciencias sociales, que ingresaron al “festival• con una nueva y muy desparramada función dentro de los organismos internacionales que eran las instituciones que nos bajaban las líneas para que esto ocurriera: fueron los consultores de las ciencias sociales en organismos internacionales; contribuyeron a la reforma educativa, a las reformas culturales, a las reformas agrícolas que son las que yo más conozco, contribuyendo con el Banco Mundial y en el área que yo trabajo en el sector agrícola, por ejemplo con El Rimsip que es una especie de mano izquierda del Banco Mundial para bajar a las poblaciones, las políticas de cambios necesarios para este nuevo modelo: en agricultura el “modelo del agronegocio sojero”, en educación este que salta a la vista, etc, etc,..

Esto no pasó solo en Argentina. Aquí tuvo sus características particulares pero pasó en todo el mundo. Prologué un libro sobre la universidad de uno de los pensadores más importantes del pensamiento progresista que es Boaventura De Sousa Santos, quien realmente ilumina cómo se fue dando todo este proceso. Se dió en Estados Unidos, en Europa. Él dice que Europa se preservó en lo que pudo, usando el justificativo que tenía que madurar su universidad todavía un poco más para poder competir con la de Canadá y Estados Unidos. Pero lentamente fue entrando. Y nos dice que cuatro de los países más periféricos del mundo: Kongo, Lesoto, Jamaica y Sierra Leone, asumieron compromisos incondicionales con el BM y en la actualidad están imposibilitados de desarrollar por si mismos la educación superior. Les entregaron la tarea a los proveedores extranjeros de estos servicios. América Latina reaccionó de acuerdo al grado de colonialidad que atraviesa su cultura y como sabemos el nuestro es uno de los más coloniales.

Hay dos razones para que esto sucediera: no seguir habilitando en esos espacios la ciencia con potencial transformadora, la ciencia que yo la diferencio, (por que conozco a muchos científicos que siguen siendo científicos) de la tecnociencia; entonces había que minar esos lugares donde la ciencia aún marginal pudiera fructificar. Y por otro lado, destruir la relación de la ciencia como parte de un pensamiento emancipador que es el pensamiento social que entre todos nosotros estamos generando. Pero además, pensemos que las inversiones en la educación superior en los años 90 ascendían a una cifra que nadie me la puede reducir a millones de dólares. Que son dos mil billones de dólares. Pero para que ustedes tengan una idea, es más del doble del mercado mundial del automóvil. El crecimiento del capital educativo que se invirtió en 1996, había obtenido un 240 por ciento de ganancia, por lo tanto, desde la mirada del capitalismo neoliberal, era un espacio como en algunas décadas anteriores fue la salud: un objeto de colonización para convertirlo en negocio, vieron en la educación superior un espacio magnifico de negocio. La privatizaron para adentro haciéndola depender de las corporaciones económicas y de las agencias que en última instancia están ligadas al modelo económico, y por otro lado, internamente la convirtieron en un espacio de venta de servicios.

¿Qué hacer? Creo que dos cosas fundamentales. 1) Seguir sosteniendo la universidad pública, sobre todo ahora que no estamos solos, porque nos acompañan otras poblaciones. Seguir peleando y seguir yendo al Consejo Superior para que no acepte el dinero de la Alumbrera, y si lo acepta, muchos de nosotros iremos de provincia en provincia diciendo como los decanos y el rector Ruben Hallú, han manchado las mejores tradiciones de la UBA aceptando ese dinero contaminado de una empresa procesada. 2) La segunda propuesta es que nosotros y los jóvenes creemos nuevas instituciones. Cuando las instituciones están demasiados contaminadas y colonizadas, debemos crear nuevas instituciones de educación superior y universidades con espacios de ciencia. Yo tengo contacto con universidades no formales de América Latina que son un verdadero ejemplo de lo que se puede hacer. Como la Universidad de la Tierra en Oaxaca o en Chiapas.
Tratemos de sacarle todo el dinero que se pueda al Estado para que reconozca la autonomía de nuevas universidades, que tengan esta nueva política. Tratemos de crear nuevas universidades con nuevas lógicas que son las del pensamiento social emancipador del Siglo XXI, que los jóvenes y estos luchadores saben muy bien producir. Es la forma de decolonizar esos espacios.